El Viernes Santo comenzó en la capital con la salida del Nuestro Padre Jesús Nazareno desde la Parroquia de San Pedro a las doce en punto de la noche. Una cita ineludible para los cientos de cofrades que no quisieron perderse el discurrir procesional del 'Señor de la ciudad' y que vivieron con respeto y recogimiento la estación de penitencia de una hermandad que impregnó el aire ciudadrealeño con su aroma de cofradía de silencio. Un silencio que inundó una plaza totalmente llena de público y que fue la nota predominante en un recorrido salpicado por misereres y cantos de oración hacia la imponente imagen que tallase Antonio Illanes. Así, y con su andar tranquilo y decidido, el Nazareno tomó por unas horas las calles de Ciudad Real culminando una Semana Santa que arrancó para sus hermanos con el jolgorio del Domingo de Pasión y que se cerró con su verdadero sentir: la paz, la quietud y la oración.

Horas después de la salida del Nazareno llegó el turno para la Pasionaria de Santiago; una procesión en la que se dan cita cinco hermandades y que arrancó a las once de la mañana también en San Pedro con la salida de la Oración en el Huerto. A diferencia de lo que ocurrió a medianoche, los aplausos y los sones de marchas como ‘A la gloria’ fueron los protagonistas en una plaza que también lució sus mejores galas y en la que el numeroso público vivió uno de los Viernes Santo más calurosos de los últimos años. No obstante, todo quedó en un segundo plano cuando la Oración en el Huerto se puso en la calle regalando lecciones de potencia y sentimiento.

Tras este paso llegó el turno del resto de hermandades que procesionan este día: El Encuentro, Jesús Caído, el Cristo del Perdón y de las Aguas y la Virgen de la Misericordia. Cofradías muy distintas que dan al Viernes Santo ciudadrealeño un sabor tan distinto que es capaz de pasar de las cornetas y a los tambores a la música de capilla para terminar adornando el caminar de la Virgen de Juan Ventura al calor de ‘Rocío’. Sin duda, el claro ejemplo de una jornada marcada por las bellas imágenes de Luis Marco Pérez y por una estación que, pese a discurrir con cierto retraso, acabó devolviendo todos los pasos a San Pedro alrededor de las tres de la tarde.

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Todo, en un inicio de Viernes Santo para el recuerdo en el que la parroquia de San Pedro se encargó de dibujar en el corazón de los ciudadrealeños la pintura que habían soñado desde que la Semana Santa comenzó a vislumbrarse allá por el Miércoles de Ceniza.