Las apuestas se cumplieron ayer en Bruselas, después de que los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho eligieran al primer ministro polaco, el conservador Donald Tusk, como nuevo presidente del Consejo Europeo y a la ministra italiana de Asuntos Exteriores, la socialista Federica Mogherini, como Alta Representante de la UE para la Política Exterior.

Las designaciones no fueron ninguna sorpresa, pero suponen que los líderes de los Estados llegaron a una solución equilibrada en el reparto de los cargos -uno de cada tendencia política- y respeta un equilibrio de género y geográfico entre este y oeste, así como una compensación entre miembros antiguos y nuevos de la Unión.

Tusk, de 57 años y hombre de confianza de la canciller alemana, Angela Merkel, tomará el relevo de Herman van Rompuy a partir del 1 de diciembre, con la labor de encabezar las cumbres en Bruselas y mediar entre las naciones, así como representar internacionalmente a la UE.

Su nombramiento aumenta el poder de Polonia y de los países del este dentro de la Unión, y refuerza así la línea dura contra Rusia en plena crisis en Ucrania. 

Por su parte, Mogherini, de 41 años, sustituirá a Catherine Ashton como jefa de la diplomacia y se convertirá en una de las vicepresidentas de la nueva Comisión de Jean-Claude Juncker, que empezará a funcionar el próximo 1 de noviembre.

El Consejo Europeo alcanzó un acuerdo rápido sobre ambos cargos tras el fracaso de la primera cumbre para repartirlos que se celebró en julio. En aquel momento, los países del este bloquearon a la ministra italiana por considerarla excesivamente cercana a Rusia. La candidatura del premier polaco ha permitido desbloquear la situación. 

Mientras tanto, uno de los puntos más esperados desde España se hará esperar. Así, según apuntó Van Rompuy, el ministro de Economía patrio, Luis de Guindos, cuenta con apoyos para convertirse en el próximo presidente del Eurogrupo, pero aclaró que la decisión no se adoptará hasta dentro de un año, cuando expire el mandato del actual titular del puesto, Jeroen Dijsselbloem. 

«No hemos hablado de ello porque no es competencia nuestra y porque se decidirá dentro de un año», aseguró. Además, recordó que ese cargo «es elegido por los ministros de Finanzas de los países de la eurozona» y no por los jefes de Estado y de Gobierno, que eran los que se reunieron ayer.