A 32 metros de altura, Socuéllamos ofrece un mirador único desde el que se puede contemplar ese mar de vides con el que siempre se ha relacionado a La Mancha. Este singular balcón corona el Museo Torre del Vino que abría sus puertas el pasado mes de diciembre y que se daba a conocer ayer en el stand regional de Castilla-La Mancha de Fitur como «la puerta a través de la que conocer lo mucho que tiene que ofrecer esta ciudad al viajero».
Esas fueron las palabras de las que se valió Sebastián García, alcalde de Socuéllamos, para destacar la importancia de esta infraestructura con la que esta villa quiere convertirse «en un referente cuando se habla de la cultura del vino».
Como explicó García, en Socuéllamos existen muy buenas razones para conseguir ese propósito. La primera de ellas, es que «estamos hablando de la localidad en la que se encuentra la mayor extensión de viñedo de toda la provincia, casi 20.000 hectáreas, muchas de las cuales se pueden observar desde este nuevo mirador». Y la segunda, el papel que ha jugado el cultivo de la vid en la historia de este municipio desde sus orígenes. Una historia que hoy guarda con recelo ese museo en el que «además se pueden degustar vinos, conocer el proceso de elaboración, la historia». Un museo, que habla de pasado, pero también de un presente del que se vale para implicar al visitantes en el proceso de elaboración ofreciéndole entre otras posibilidades la de realizar una pisada de uva interactiva.
Más de 4.000 personas, según los datos aportados por la concejala de Turismo, Mayte Pedraza, en el marco de la presentación, ya han pasado por este emblemático edificio que pretende concentrar, en palabras del regidor socuellamino «la historia de un sector como el vino del que han vivido muchas familias de esta tierra».
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