El homenaje a José Zorrilla

D. A.
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De Amarillo Producciones llevó al Teatro Quijano un 'Don Juan Tenorio' en el que espectador no es capaz de desarrollar empatía hace un personaje absolutamente egoísta

Representar obras archiconocidas como el Tenorio de Zorrilla tiene el inconveniente de que el espectador se conoce la secuencia de escenas, sus versos y los principales hitos de sus montajes más canónicos al dedillo, pero también cuenta con la ventaja de que basta con una pequeña alteración sobre los usos más corrientes para el que montaje sorprenda al espectador. Parte de eso es lo que ocurrió el viernes por la noche con el Don Juan Tenorio de De Amarillo Producciones, cargado también de violencia.

Los pupilos de Pedro Penco aligeraron en algunos puntos las escenas, como el diálogo entre Lucía y Don Juan, habitualmente uno de los preferidos del público, en el que se trama la trampa urdida para que el caballero pueda seducir a Doña Ana de Pantoja y ‘burlar’ así a su rival en maldades, Don Luis Mejía. De todos modos, ya en sus famosas memorias, el autor vallisoletano dejó escrito que ésta es una de las escenas más inconsistentes de su obra, a pesar del gusto de los espectadores por el ingenio de este diálogo.

En cambio la supresión de la escena XI de cuarto acto, es un recurso muy común de modo que los espectadores se van al descanso rumiando los consabidos versos autojustificativos de Don Juan tras dar muerte a Don Luis Mejía y al comendador. «Llamé al cielo y no me oyó / más si sus puertas me cierra/ de mis pasos en la tierra / responda el cielo, no yo».

De todos modos, estos cambios tienen poco de esenciales, no alteran ni la intensidad de la historia ni la crudeza de la deshumanidad del Tenorio de las primeras escenas. En cambio, la también conocida escena de quinta de Don Juan sufrió un percance. Probablemente los versos más esperados de Zorrilla, aquellos de «No es verdad ángel de amor...» casi no se escucharon en su primer tramo debido a que el actor que da vida a Don Juan, Guillermo Serrano, se situó al fondo del escenario sobre una rampa multiusos que era uno de los elementos esenciales de la puesta en escena. El problema también lo tuvo, Ana Batuecas que daba vida a Doña Inés, y Fermín Nuñez, interprete del comendador.