La ciudad honra a su Virgen

R. Santamarta / D. Farto
-

Miles de personas participaron en la ofrenda de flores y frutos a la patrona • El Pandorgo sorprendió con una mezcla de poesía y plegaria

Momento de la ofrenda a la Virgen del Prado en la Catedral. - Foto: Tomás Fdez. de Moya

«De los ciudadrealeños querida, Virgen del Prado bendita, a tu imagen veneramos y con grandes alabanzas, con fervor y admiración, te ofrecemos nuestro amor; pues sólo tú nos consuelas, con tus favores cercanos, llena de paz e indulgencia, para el pobre y el vasallo, para el rico y el clemente, para todos los que con devoción a ti se acercan».

Una mezcla de poesía y plegaria fue elevada a la Virgen del Prado por el Pandorgo 2014, Antonio Broceño, quien, en el altar de la Basílica-Catedral de Ciudad Real no escatimó en piropos para la patrona rendido a sus pies. «Ruega por nosotros Virgen clamorosa, guapa, dulce, llena de inocencia y manchega nuestra», le pedía Broceño durante una intervención que llegó tras un largo desfile de peñas (hasta 54) que ofrecieron flores, frutos y productos del campo a la Santísima.

Con anterioridad al comienzo de los actos de ayer, Broceño ya había reconocido que para él «el momento más especial será el de dirigirme a la Virgen del Prado» y esa emoción anticipada estuvo efectivamente presente en el desarrollo de su intervención ante la patrona.

La intervención del Pandorgo fue el colofón a una larga entrega de ofrendas por parte de los distintos grupos que se acercaron con flores o productos agrícolas hasta los pies de la Virgen del Prado para dejar así el testimonio de su vínculo con la patrona de la ciudad.

La larga comitiva se cerraba con el grupo que formaban los integrantes de la Corporación Municipal, que encabezaba la alcaldesa, Rosa Romero.

La música del órgano de la catedral fue marcando la pauta del acto. Ayer el encargado de accionar el teclado y los pedales fue Pedro López Hervás. Horas antes de la ceremonia el músico recordaba a La Tribuna que esta ofrenda «no es propiamente un acto litúrgico, sino popular», por lo que su selección de piezas sería sobre una mezcla entre el folclore popular y los cantos a la Virgen.

espacio a la improvisación. Sin embargo, el organista mostró también una buena capacidad de improvisación, puesto que en muchas ocasiones la canción elegida se ajustaba a las característica del grupo que llegaba ante el altar. Así las seguidillas saludaron la presencia de grupos folclóricos o las marchas de Semana Santa pautaron el avance de las hermandades que tomaron parte en la ofrenda. De esta forma, la aproximación de las distintas peñas y asociaciones que forman el tejido ciudadano hasta los pies de la patrona cobró un aire de solemnidad con las graves notas del órgano.

«Es un día impresionante, el no va más para cualquier manchego», confesaba Antonio Broceño a La Tribuna ante el «orgullo» que supone «representar a todos los ciudadrealeños, sus costumbres y tradiciones». «No es fácil llegar aquí», manifestaba asimismo.

Tras la ofrenda a la Virgen del Prado, se trasladó al antiguo casino de Ciudad Real para, desde su balcón, convidar a la sociedad ciudadrealeña a un vaso de limoná y al puñao más dulce. Los torraos o garbanzos fritos se extendieron como la pólvora por el paseo del Prado en un día de fiesta, donde sus fieles cumplieron con la tradición que marca cada año el calendario.