El títere reclama su lugar de adulto

D. Farto
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Los manchegos Ramón del Valle y Josefina Arias, de Palique Teatro, impartirán un taller en el Museo del Títere de Asturias

Lo primero que hay que decir del títeres es que es teatro». La afirmación corresponde a Josefina Arias, integrante de la compañía Palique Teatro que entre los próximos días 12 y 14 de octubre impartirá, junto con Ramón del Valle, un taller para la construcción de títeres de guante a partir de goma espuma en el Museo del Títere de Asturias.

Arias y Del Valle, que fueron los responsables del Festival de Títeres de Alcázar de San Juan, rechazan que éste sea «un género menor».  La actriz alcazareña afincada en Ciudad Real, observa que los festivales actuales «están haciendo muy buen trabajo para difundir el mundo del títere», con la particularidad de que «una vez que el público lo descubre, no hace falta que se lo expliques». En esta línea y frente a los estereotipos que asignan este género a un público infantil, recuerda; «Se están haciendo unos trabajos excelentes para adultos».

La actriz argumenta a favor de la inclusión del mundo del títere, incluida su construcción, en las actividades escolares, porque «a los niños, sobre todo a los que son tímidos, les viene fenomenal, porque al estar detrás del retablo les viene fenomenal, no tienen que mostrarse para poder hacerlo», comenta.

Ramón del Valle recuerda que el títere tiene una gran variedad de formatos y aunque en el caso de de Palique Teatro trabajen sobre todo con los de guante, los de mesa o los títeres de sombras; pero aún es posible hablar de los muñecos de cuerda, los títeres de palo y otras variantes.

Del Valle precisa que la técnica decide incluso el tipo de historia que se puede contar. Así advierte que «la marioneta de cuerda es apropiada para historias de movimiento o para el baile», que contrasta con el títere de guante, al que incluso se conoce como ‘títere de cachiporra’, más adaptado a historias sencillas con una trama muy clara.

Cada manipulador puede trabajar «con tres o cuatro personajes con diferentes registros», detalla Josefina Arias; con lo que lo que en una compañía de dos integrantes las posibilidades de la trama son ya numerosas.

  Arias apela a su experiencia durante diez años como organizadora del festival de Alcázar de San Juan para recordar que «os festivales siempre tienen más promoción en cualquier ciudad que una programación normal», y a pesar de ello, en las primeras ediciones sus espectáculos para adultos contaban con una cifra muy reducida de espectadores, pero le permitía apreciar es que «esos diez espectadores respondían». La actriz recuerda que en aquellas funciones, “estábamos siempre con la oreja puesta y de repente oías un matrimonio que decía: ‘esto hay que verlo más de una vez en la vida’”, recuerda antes de añadir que la pareja volvió a otra función y llevando con ellos a un grupo de amigos, con lo que el verdadero problema es tener la ocasión de mostrar esa primera vez un obra de títeres y que el espectador compruebe que no es un montaje de niños.

Sin embargo, su próxima presencia en Asturias tiene como razón de ser su condición de constructores de muñecos para el títere, una tarea que pueden realizar como encargo para otras compañías o para ellos mismos. En este caso, con su intervención de tres días en Siero, quieren enseñar a sus potenciales discípulos a dar vida a los muñecos. En este sentido, reconoce que los títeres de goma espuma «son sorprendentes, a veces basta un exceso de pegamento para que les quede un gesto una mueca, que les de mucha personalidad».

El resto es trabajo del titiritero, la técnica, recuerda Ramón, quien lamenta que hay «compañías que han metido títeres en su espectáculo porque parece que hay una moda, que funciona, pero no han aprendido la técnica, con lo que sus títeres carecen de vida y personalidad».  Ahora ellos tienen la ocasión de enseñar sus técnicas de construcción en un museo surgido en Siero a iniciativa de la compañía Tragaluz.