Ya lo dice el refrán: cazar, pescar y tener amigos en Puebla de Don Rodrigo. La sabiduría popular sirve para esbozar la importancia que tiene la actividad cinegética para un municipio como Puebla, pero no es más que un acercamiento tibio para el impacto que tiene la caza en la economía de la localidad. La Sociedad de Cazadores convierte domingo tras domingo a Puebla en un lugar de peregrinaje para muchos, que tiene más que ubicado en el mapa un pequeño municipio con unas características muy particulares, que parten de que todo el aprovechamiento del entorno natural propiedad del Ayuntamiento es comunal.
La caza, entonces, no podía ser menos. A pesar de que durante unos años su gestión estuvo en manos municipales, la mejor fórmula para su desarrollo es dejarla en manos de los cazadores. Así piensa el alcalde del municipio, Venancio Rincón, que explica que es la propia sociedad «la que organiza las monterías y piden los permisos, aunque para ello cuentan siempre con el visto bueno del Ayuntamiento». Rincón asegura que la caza es mucho más que una actividad social, una apariencia que viene dada por la presencia fuerte en los medios de las monterías privadas organizadas en los grandes cotos que atesoran algunas familias adineradas. Detrás de esa fotografía elitista hay, en realidad, un motor económico para muchos municipios que como Puebla convierten el domingo de invierno en el motor del resto de sectores de la localidad.
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