'Berlanga' y el folclore por bandera

La Tribuna
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La plaza de España lució sus mejores galas para iniciar la coronación de reinas y la proclamación de damas infantiles y juveniles. Un acto en el que se distinguió a Manuel García-Múñoz, conocido como Berlanga, con la Medalla de Honor de Daimiel

La plaza de España lució el viernes por la noche sus mejores galas para iniciar la coronación de reinas y la proclamación de damas infantiles y juveniles. Un preámbulo cuyo acto se centró en distinguir a Manuel García-Múñoz, conocido como Berlanga, imponiéndole la Medalla de Honor Ciudad de Daimiel por su contribución a la cultura popular de la localidad y la difusión del folk manchego. Un título avalado por la Comisión de Cultura y que, a la postre, se asoció en la presente edición al pregón de la Feria y fiestas que se celebran del 1 al 5 de septiembre. García-Muñoz se inició hace más de ocho décadas en la música, con tan sólo seis años. Muy implicado desde aquellos  momentos con el folclore daimieleño, fue socio fundador de la Asociación Cultural Bolote, la Junta de Hermandades de la Semana Santa y también pertenece desde hace más de diez años a la Asociación Folk Virgen de las Cruces. Actualmente reza como director de la Rondalla de Mayores Genio y Figura, en la que sigue activo a sus 89 años. Visiblemente emocionado, ‘Berlanga’ recibió de manos del alcalde, Leopoldo Sierra, el medallón distintivo, para proceder después a iniciar su pregón, lleno de recuerdos y nostalgia ya que, con una memoria que muchos envidiarían, Manuel García-Muñoz recorrió las ferias de su juventud. Anduvo, junto a una plaza atestada de gente, los pasos que él mismo dio hace décadas, desde allí hasta el Parterre, calle Arenas o Parque del Carmen. Revivió los coches de choque junto a la Manola, la jaula de pajaritos que, tras escoger un sobre, adivinaban el porvenir, o el puesto de ‘Los 3 Reyes’ en el que «muchas madres compraban el ajuar a sus hijas casaderas». No pudo olvidar las noches en las que, guitarra y laúd en mano, iban a rondar a las muchachas que querían pretender, yendo de ventana en ventana, durante toda la noche, para acabar con el tradicional chocolate con churros.