Detrás de cada pieza de fruta que se come y de cada botella de vino que se bebe existe la vida de miles de temporeros que acuden a los campos de la provincia en busca del jornal del día. Una labor en la que no se trata de diferenciar inmigrantes y españoles, sino personas que van de ciudad en ciudad, de campaña en campaña, buscando su empleo. Unas veces encuentran un piso para dormir, otras el suelo y, en ocasiones, un recinto como el que comparten gestión Cáritas y el Ayuntamiento de Tomelloso en este municipio con camas, roperos, cocina y sombra para quienes no han encontrado trabajo. «Cáritas se ha caracterizado por los servicios de acogida y es una puerta abierta a que quien lo necesite obtenga ayuda, tanto para nacionales como personas migrantes la puerta está abierta», explica Pilar Burrillo, técnica social de Cáritas. Desde junio, la organización desarrolla la campaña de temporeros en el municipio, este año con la mirada puesta en conocer a las s personas temporeras para saber su historia. «Saber de dónde vienen, cuánto tiempo llevan en España y en la localidad y los problemas que están teniendo» con el objetivo de mejorar la información que se les oferta. Entre estas personas «hay de todo, quienes han venido varias campañas y que van conociendo, más la zona, incluso que del año pasado a este, ya ha alquilado vivienda». «También hay quien viene por primera vez a Tomelloso siguiendo la ruta que van haciendo los temporeros» y que llegan del Levante a La Mancha para seguir luego a La Rioja o Burgos para la vendimia. «A mitad de octubre aquí ya no queda nada», recuerda. Quienes llegan son personas, aunque tengan ascendencia marroquí o africana, que están empadronadas muchas veces en Murcia, Jaén o Almería. «Mucha gente piensa que son personas sin arraigo pero vienen de temporada», recuerda la presidenta de Cáritas Tomelloso, Teresa Requena. Hay, explica a modo de ejemplo, padres de familia que buscan un ingreso extra por el inicio del colegio por sus hijos para afrontar el pago de libros.