Costó, pero Anchuras venció al ejército

N. S.
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Se cumplen 30 años del inicio de una década de la resistencia de todo el pueblo a la decisión del Gobierno de instalar en la zona un campo de tiro militar. Los vecinos, orgullosos y emocionados, compartieron ayer anécdotas y recuerdos

Nos hicimos con ellos, costó trabajo pero lo conseguimos». A Amancia Campos no le cuesta nada echar la vista atrás pese a sus 88 años de edad, le cuesta más olvidar. «Esto fue peor que la guerra y quien no lo vivió así es porque no defendió a su pueblo».

No se le olvidan las noches sin dormir, las manifestaciones, las consignas contra el Gobierno, los militares y contra quien se le pusiera a tiro. Habla, como si hubiera pasado ayer, de las zanjas que cavaron para impedir el paso de los militares al recinto de El Cijaral, la sentadas frente a los vehículos y demás acciones que la obligaron a dar con sus huesos en el hospital de Talavera por un problema de corazón justo el día que a su hijo «lo inflaron a palos los antidisturbuios».

Era el año 1989 y el 21 de julio tocaban en un pequeño pueblo de 400 habitantes llamado Anchuras Eduardo Aute, Labordeta, Hilario Camacho y Javier Khrahe. Era un concierto reivindicativo y el hijo de Amancia, del que habla, es Santiago Martín, alcalde de Anchuras desde 1987 hasta la actualidad. El mismo que ayer se subía a la una de la tarde al balcón del Ayuntamiento para decirle a sus vecinos: «No ha sido una victoria mía, sino de la ciudadanía, de vosotros». Estaba emocionado y eternamente agradecido a un pueblo que desde abajo asentía y aplaudía.

Se cumplen 30 años de aquel 1988 que marcó la historia de este municipio de apenas 400 habitantes a unos 20 kilómetros del Parque Nacional de Cabañeros, al que se llega a través de carreteras con curvas imposibles, entre cotos de caza, encinas y alcornoques, en el que no hay ni ruido, ni prisas ni resentimiento. El pueblo entero con el alcalde a la cabeza dijo ‘no’ al campo de tiro que el Gobierno quería levantar en la finca El Rosalejo y la localidad recordó con una jornada de convivencia, una exposición de fotos de la época y una comida popular los diez años de lucha contra la declaración como zona de interés para la defensa nacional, porque diez años les costó a los vecinos que derogaran el Real Decreto, si bien el proyecto del campo de tiro se abandonó un año antes.

el orgullo de un pueblo. Había mucho que rememorar así que todos sacaron ayer a la calle sus recuerdos, sus gorras, sus camisetas con ilustraciones de Forges y Gallego y Rey en contra «de aquel despropósito» y su orgullo como pueblo. Se formaron conversaciones espontáneas en corrillos de gente de Anchuras y llegados de otras aldeas y municipios de los alrededores.