«Si se generan alternativas es evitable la despoblación»

HIlario L. Muñoz
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Entrevista al secretario de la Asociación Castellano-Manchega de Sociología para abordar la despoblación, la juventud y el surgimiento de nuevos partidos

«Si se generan alternativas es evitable la despoblación» - Foto: JUAN LAZARO

Roberto Barbeito es gallego y profesor de Sociología en la Universidad Rey Juan Carlos, pero guarda estrecha relación con Ciudad Real a través de la Asociación Castellano-Manchega de Sociología, de la que es secretario desde hace 5 años y socio desde hace 20. Una entidad que cuenta con un congreso anual de carácter internacional, un prestigioso premio en ciencias sociales y la revista ‘Barataria’, que aglutina estudios sociológicos sobre la región, España y el mundo entero. Acaba de publicarse su último libro en el que 20 autores de Italia y España, entre ellos varios integrantes de la Asociación Castellano-Manchega de Sociología, debaten sobre los problemas comunes en el sur de Europa y entre ellos de manera muy destacada los relacionados con el cambio climático, la demografía y los problemas de gestión del agua. «Temas muy relevantes para la comunidad castellano-manchega», recordó.

Uno de los mayores retos de la región es la despoblación, ¿cómo se puede abordar desde la sociología?

La población es ciertamente el punto de partida de cualquier análisis social, pero estamos asistiendo desde hace tiempo a cierto alarmismo respecto a la despoblación al relacionarla con el envejecimiento, pese a que el envejecimiento es la prueba del éxito de nuestra sociedad, que ha conseguido elevar la esperanza de vida. No tiene por qué haber ningún problema de sostenibilidad del sistema en la medida en que las pensiones están vinculadas al trabajo, no a la existencia de una mayor o menor en base poblacional.

Pero hay más problemas de población aparte de las pensiones...

Sí, un problema muy serio es el desequilibrio poblacional dentro del territorio, la existencia de pueblos medianos y ciudades pequeñas, muy distantes entre sí. Además, hay una brecha regional: en la parte sur de la comunidad autónoma tenemos localidades más grandes y menos numerosas que en la zona norte. Es una región muy extensa, con grandes distancias entre pueblos de una misma provincia y eso no cabe duda de que genera un problema serio para la provisión de servicios públicos de carácter educativo, de carácter sanitario…. Sin embrago, es un problema que afecta a buena parte de España, sobre todo la interior.

¿Y luego está la caída de población?

Este último aspecto en despoblación se refiere a la demografía. Es verdad que está produciéndose un despoblamiento, parece que consistente, después de una época de crecimiento poblacional desde los 80 y que continuó hasta la década pasada. Fueron unos años en los que la región fue creciendo fundamentalmente gracias a los inmigrantes. Ahora estamos en una fase distinta: los jóvenes tienden a salir de su región, en busca de fortuna, y más los mejor preparados. Pero el problema de la despoblación es subsanable si se ponen los recursos necesarios.

¿Por qué esta caída de población?

Los habitantes disminuyen en gran medida dependiendo del modo de vida, del tipo de economía, de cómo se produce y de cómo se consume. También de las expectativas vitales. Primero se debe hacer un mejor uso de los recursos de que se dispone, es decir, planteando si se puede extraer más con lo que hay dentro desde el punto de vista fiscal. Si hay o no hay margen para mayores impuestos progresivos que redunden en mayores recursos públicos con los que se pueda promover más empleo y mejores salarios, para atender mejor las necesidades de bienestar y para atraer a parte de la población que se ha ido. Se trata de adoptar medidas que favorezcan el desarrollo endógeno, a través de la promoción del empleo, con iniciativas que pueden ser desplegadas por empresas privadas o públicas.

De todos modos hay un segundo aspecto y es la tendencia a concentrarse en grandes núcleos urbanos.

Es un problema que cada vez es mayor en las comunidades interiores y en general en las que no tienen una gran ciudad propia. Es la gran desventaja de Castilla-La Mancha pero también de Castilla y León y Extremadura. Hay que tener en cuenta que hay ciudades que están tan próximas a Madrid que forman parte de su área metropolitana por lo que debe haber mayor cooperación entre gobiernos autonómicos, en la medida en que los intereses y las políticas de una determinada autonomía afectan a las de otras. Es un ejemplo válido para parte de la población que reside en Guadalajara, pero también para Ciudad Real debido a la cercanía que genera el AVE. Madrid es un imán que atrae población y la cercanía a ella, particularmente en momentos de crisis o de dificultades económicas o ausencia de ciertos servicios, favorece ir a ella, abandonar el territorio propio.

Pero los servicios de Ciudad Real no son tan dispares a los de Madrid.

En el caso de Ciudad Real y de Castilla-La Mancha no es tanto que no haya falta de servicios sino que no hay el trabajo suficiente o el tipo de trabajo que muchos ciudadanos de Castilla-La Mancha desean o aspiran. Si hay una buena comunicación, la tendencia natural es a probar suerte, tanto en el ámbito de los estudios como en el del trabajo, en la ciudad más grande porque se supone que habrá más oportunidades. En muchos casos esto se hace a modo de tentativa, ya que muchos jóvenes van a estudiar primero a Madrid y ven cómo va las cosas. Ahí surge el primer desapego con respecto a la comunidad. Luego hay muchas jóvenes parejas establecidas en Castilla-La Mancha que no tienen expectativas laborales halagüeñas pero que disponen de formación y prueban por la cercanía. Lo hacen incluso de una manera temporal, con viajes de ida y vuelta. Si las cosas van bien, finalmente deciden trasladarse. En este sentido, la cercanía con Madrid es una desventaja.

¿Cómo se contrarresta esto?

Si se generan alternativas económicas y de bienestar claras, la gente puede seguir viviendo en sus pueblos pequeños o en sus ciudades medianas sin necesidad de trasladarse temporal o definitivamente a una más grande. Es decir no es un proceso inexorable, no es inevitable que las pequeñas ciudades y los pequeños pueblos pierdan de manera continua población. De hecho, la cercanía con Madrid podría ser una extraordinaria ventaja si se establece un modelo económico sostenible, porque Castilla-La Mancha sería un proveedor de materias primas y procesadas clave para los madrileños.  

¿Cómo son esas alternativas?

Particularmente, la producción deslocalizada en sectores del ámbito agroecológico y en sectores de las nuevas tecnologías de la producción energética. Los pueblos y pequeñas ciudades pueden ser incluso centros catalizadores del desarrollo endógeno y de la provisión del bienestar, solo que eso requiere de una política común en España que favorezca ese desarrollo. El gran problema es que no hay una conciencia clara entre los gobiernos autonómicos de la necesidad de aprovechar mejor los recursos que se tienen para favorecer las nuevas economías en torno a las energías limpias sostenibles, las telecomunicaciones y la producción agropecuaria de carácter ecológico.

Más allá del capítulo generacional y la brecha entre pequeños y grandes municipios, hay una segunda brecha por edad. ¿Cómo se aborda?

En toda España estamos asistiendo a una gran brecha tecnológica, que propicia formas muy distintas de relacionarse, de ver el mundo y de imaginarse en él. Esta brecha generacional no es tanto por la edad en sí misma sino porque esta generación de jóvenes vive comunicada a través de dispositivos móviles y participando de manera continua de redes digitales. Esto propicia una visión del muno, y unas expectativas de vida, profundamente distintas entre padres e hijos. Por otro lado, cada vez hay una mayor distancia entre lo que se enseña en clase y lo que los jóvenes valoran, entre cómo se enseña, y cómo estos jóvenes están habituados a aprender autodidactamente mediante las redes digitales. El sistema educativo está desfasado, no responde a las inquietudes ni a las maneras comprender de los jóvenes.  Las clases tradicionales de un profesor tras otro durante una mañana entera resultan inasumibles para los que no están habituados a estar sentados durante horas escuchando lo que les digan.  Por último, la división entre colegios público y concertados, así como unos planes de estudio sobrecargados y llenos de exámenes, producen un sistema extremadamente competitivo. El resultado es que en familias donde los chicos no pueden recibir ayuda de sus padres, porque no tienen suficiente formación o porque no disponen de tiempo, se dispara la probabilidad de fracaso escolar. Esto es en un hecho muy notable en Castilla-La Mancha, donde uno de cada tres chicos no concluye exitosamente la secundaria en el plazo establecido. Esto está creando una gran brecha cultural entre los propios jóvenes. Finalmente hay un problema de frustración: se exige cada vez más a los jóvenes en el ámbito educativo, sobre todo en la universidad; sin embargo, el futuro laboral que se les ofrece es muy precario e incierto. Logran empleos inestables que no permiten emanciparse ni alcanzar el estilo de vida que ven a través de los medios, que imaginan y desean. Esto es un cambio generacional muy grande porque a los abuelos de estos chicos, e incluso a sus padres, se les ofrecían mejores expectativas de empleo, de sueldo y de prestaciones.

¿Cómo se gestiona la realidad actual con tantos partidos políticos?

Hay que distinguir entre las elecciones municipales, autonómicas y nacionales. En las municipales es posible que siga aumentando el multipartidismo, y que los nuevos partidos alcancen mayor cuota de poder en las corporaciones municipales. En el ámbito autonómico y nacional, sin embargo, es previsible que se mantenga el bipartidismo. Las bases electorales se mantienen bastante estables en Castilla-La Mancha, aunque es cierto que hay cada vez más electores que votan a los nuevos partidos y también que deciden abstenerse. Pero el mayor factor de estabilidad política es el sistema electoral, que dificulta mucho la entrada de estos nuevos partidos en las elecciones autonómicas y en la parte que la región aporta a las Cortes Generales.