Terapias que dejan huella

R. Santamarta / Ciudad Real
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Aricanami, que ya tiene experiencia con chicos con autismo, ha iniciado un taller canino en Apafes • London traspasa los muros de la enfermedad mental

London es uno de los «mejores amigos» que puede tener un hombre. O una mujer. En la Asociación Provincial de Amigos, Familiares y Enfermos Psíquicos de Ciudad Real (Apafes) lo están comprobando después de que este cruce de labrador con podenco de color beige, casi dorado, y mirada sincera, se haya hecho ya un hueco en la Asociación Regional de Afectados de Autismo y Otros Trastornos del Desarrollo (Autrade). «Al trabajar con chicos autistas, lo que se persigue es llamar su atención; pero aquí, no es necesario. En el caso de la enfermedad mental, se trabajan aspectos como la confianza, la motivación, el respeto de los turnos, el control de los impulsos, el desarrollo de la responsabilidad y la tolerancia a la frustración», explica Arantxa López, de Aricanami, en el marco de la segunda sesión que imparte en el Centro de Rehabilitación Psicosocial y Laboral (CPRSL) de Apafes.

«Yo estaba deseando que viniera», confiesa Julio, uno de los participantes de este taller canino que se está beneficiando de los efectos positivos que supone la compañía y el cuidado de mascotas. Y es que aunque la terapia asistida con animales (TAA), como se denomina técnicamente esta modalidad, no es una cura para la enfermedad mental, persigue y logra objetivos claros en la mejora de los pacientes al ofrecer «compañía» y «cariño».

«Todavía se encuentran en esa fase de contacto, en la que sobre todo deben familiarizarse con el perro», expone López. Pero, según apostilla, «desde el primer día, London se siente muy cómodo entre ellos». Se deja acariciar y, agradecido por los cuidados que le brindan, responde de vez en cuando con un lametón. Mientras tanto su dueña les enseña cómo tratar a un perro y aproximarse a él (por qué lado y cómo controlarlo, sobre todo, cuando se acerca otro can), cómo jugar con él, premiarlo y relajarlo. «Ni delante, ni detrás. Siempre a nuestro lado cuando lo saquemos a pasear», indica López prometiéndoles, cuando las temperaturas den una tregua, llevarlo al parque para practicar.

servicial. London, que cumplirá el próximo 1 de noviembre siete años, tiene muchas ganas de ser servicial. Además, irradia bondad en cada uno de sus movimientos. Le gusta dormir tanto como comer chuletas y salchichas de Frankfurt, aunque éstas representen una excepción en su dieta. Cuando Julio, Juan, Reyes, Pilar y Pedro sacan las bolitas de pienso, London alza las orejas en señal de interés. Tras el peinado con la manopla y el cepillo, llega su segundo mejor momento del día. Siguiendo obedientemente las instrucciones y, mientras recibe la comida sentado, da la pata. «Son más listos que las personas. Por lo menos, algunas son más tontas que ellos», no duda en asegurar Julio que, curioso, no deja de hacer preguntas a López. «Pesa 35 kilos, pero es músculo porque corre mucho», le responde López a uno de sus interrogantes. Y que echar carreras por el campo es otra de las actividades favoritas de London, junto con la de beber agua de los ríos.

rehabilitación. En el Centro de Rehabilitación Psicosocial y Laboral (CPRSL) de Apafes, sus usuarios (95 a lo largo de 2014 y con esquizofrenia en un 56 por ciento de los casos, así como una evolución media de 18 años) aprenden a trabajar sus emociones para interactuar con su entorno y a manejar aspectos como la psicomotricidad, fundamental para el desarrollo de su personalidad.

«Son encantadores y están muy receptivos a la terapia, por lo que trabajar con ellos es muy fácil», precisa López desde Aricanami, que hasta el mes de diciembre visitará semanalmente este recurso de atención a personas con trastornos graves y crónicos, que a diario luchan por no rendirse ante su enfermedad aferrándose a la medicina de sentirse útiles y valorados.

Julio no tiene perro, pero suele sacar de paseo por El Torreón y el entorno de San Pedro a los dos canes de su hermana. Y, según deja claro, siempre recoge sus excrementos. Aunque, en sus propias palabras, «en algunos barrios de Ciudad Real», muchos no lo hagan. Él, desde luego, es de los que intenta predicar con el ejemplo. Como él, ninguno de los participantes del taller canino de Aricanami tiene una mascota, pero no lo descartan. Porque cuidar de ella, ayuda a las persona a sentirse menos asustada, más autosuficiente y segura. Le hace poner menos atención sobre sus propios miedos y les despierta la sonrisa.

Así, los animales, sin posgrados ni estudios universitarios, consiguen pequeños grandes triunfos con sólo sentarse a su lado, observarlos y esperar esa caricia que tiende puentes hacia la empatía, ese camino intermedio entre la implicación emocional y la distancia. Con London, está más que salvada.