Un canto a la fe desde los sentidos

Raquel Santamarta
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Torres Campos invitó a amar a Dios con todo el ser • El salesiano dio un pregón de pinceladas poéticas lleno de miradas, aromas y silencios

Instante en el que Torres Campos comenzó el Pregón - Foto: / PABLO LORENTE

Y  la palabra se hizo carne, se hizo meseta y llanura, y en La Mancha quiso Dios plantar su tienda, y hacerse a nuestras hechuras». El pregón de la Semana Santa de Ciudad Real, pronunciado ayer con solemnidad por Joaquín Torres Campos, dio pinceladas de poesía a un impecable texto escrito con los cinco sentidos para percibir el miedo, la esperanza, la decisión y la valentía. Precisamente en ellos, ahondó en un canto en el que no faltaron miradas, aromas, toques, pisadas, sones, repiques y silencio. Esa «oración callada, tronar vibrante de tuba y cornetín, crepúsculo y aurora». Porque en la Semana de Pasión, además de ver y oír, se puede saborear la Eucaristía, oler el tomillo y el espliego y tocar la dulzura de la Virgen María.

El director del colegio Hermano Gárate, «salesiano y de sangre sevillana por los cuatro costados, a pesar de haber nacido en Madrid», inició su pregón en hebreo y tapándose la cara con una mano, para después invitar a los asistentes a amar a Dios sobre todas las cosas, con todo el ser, «en la hermosura y belleza de ser cristianos». Y, en su emotiva intervención, tuvo palabras para la labor de los artistas imagineros y para el arte, «muchas veces anónimo», de floristas, bordadoras, costureras, doradores, vestidores, orfebres, carpinteros, encajeras, pulidores, bruñidores, tallistas, diseñadores, cereros, sastres, zapateros, pintores, músicos, compositores y vaciadores.

«Arco impaciente espera el viernes primaveral, donde asomen en su seno los brazos del Nazareno, abiertos de par en par», continuó el que fuera presidente de la Asociación de Historiadores Salesianos de España entre 2008 y 2011.

En un Teatro Municipal Quijano abarrotado se dejaron sentir por unos minutos los esfuerzos y ayes de los costaleros, las respiraciones entrecortadas y el rachear de pies espartados que, «siguen la senda trazada por la verdad: Jesucristo». Gozo, dolor y gloria que ayer se escuchó en boca de Torres Campos, «un hombre de los que Dios pone en el camino de los demás para acercarnos a su inmensa grandeza», según apuntó Javier Ruiz, pregonero del año 2010. (Más información en la edición impresa)