¡Viva España!

Antonio Pérez Henares
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El Gobierno intenta minimizar la Fiesta Nacional, mientras la gente muestra su orgullo llenando las ventanas de banderas

El Gobierno de Sánchez afronta la Fiesta Nacional del 12 de Octubre lanzando como tiene por costumbre un mensaje doble. Uno para la galería y otro para los socios podemitas y separatistas. Y un tercero, que circula con sordina para las propias Fuerzas Armadas.

Para lo primero, Sánchez se ha vestido de presidente Guerrero y se ha subido a un caza. Yo pensé que podría llegar incluso a legionario y desfilar con la cabra, pero se ha contentado, por ahora, con el spot de piloto. Pero será cuestión de estar atentos porque seguro que alguno más están cocinando y estará ya al caer en Producciones Redondo.

Más allá de la pantomima es lo que se ha perpetrado para la ocasión y a lo que se conseguirá poner sordina con el inestimable apoyo de las teles amigas y okupadas, o sea rebajar el día. Darle el mínimo relumbrón posible y que pase como de tapadillo y sin la más mínima voluntad en ayudar a que se interiorice en el subconsciente colectivo como símbolo de unión, de respeto y de legítimo orgullo como nación y como ciudadanos. Desde el Ministerio de Defensa ya se han encargado de diluir en todo lo que han podido y en limitarse a pasar por ello con pocas ganas y todavía menor entusiasmo.

En eso no hay nadie mejor para hacerlo que Margarita Robles, a quien le dieron a su pesar, tras pretender varias otras, entre ellas la Vicepresidencia y la de Justicia, esta cartera y este cometido, que no solo le gusta sino que le produce rechazo, con nula empatía con su cometido, sus valores y sus gentes. Quedó marcada, y públicamente desautorizada por el propio presidente tras su contumaz desbarre y pertinaz empeño en cargarse las relaciones con los saudíes y llevarse por delante un contrato de 18.000 millones de euros y 6.000 puestos de trabajo. Que llegó a estar roto y que hubo que recomponerse con mucho esfuerzo y a pesar de su empecinamiento. 

 A Robles no le gusta el Ejército ni le gustan los militares, pero quienes sufren ese trato están obligados por disciplina a cuadrarse y callarse. Y eso hacen, incluso cuando la injusticia y el abuso de poder hayan sido tan manifiestos como en el caso del contralmirante Alfonso Fernández de Cárdoba, a quien la ministra ha destruido su carrera y lo ha humillado y pretendido ensuciar toda una vida de entrega y una hoja de servicios impoluta. Fue cesado de su cargo por cumplir exactamente con su deber y atenerse a lo que la ley, según la sentencia dictada, obligaba. Determinados tatuajes no estaban permitidos y no podía vulnerarse los derechos de miles de ya examinados para incluir a dos que se habían saltado la norma. El mando simplemente dijo que si se quería, que se cambiase la norma y, cuando estuviera cambiada, él entonces se atendría a ella. Pero había de cumplir la que estaba en vigor. Pues no. La Robles lo cesó y fue aún más lejos en la persecución. Cuando se le quiso dar un destino acorde a su rango y carrera, entre la que se incluye haber mandado el buque insignia Juan Sebastián Elcano y estar considerado por sus compañeros no ya entre los mejores, sino como el mejor de su promoción , la ministra se negó en redondo a que tuviera destino alguno y como castigo (¿algo que ver su ilustre apellido en tal inquina?) lo envió, cuatro años antes, y de manera obligada, a la reserva. Le ha hundido literalmente la vida. Los militares lo saben, esa y otras, lo sufren y callan, pero tienen presente a su compañero y no olvidan. Y ya que no pueden hablar, hoy yo lo hago por ellos y por ese ilustre y buen marino tan injustamente tratado.

mal ambiente. El mal clima en las Fuerzas Armadas es evidente y creciente. A esta absoluta falta de empatía se añade, además, algo mucho mas grave y de mayor calado. Es el mensaje con la otra boca y con hechos que el Gobierno socialista trasmite con sus pactos, alianzas y sumisiones a la extrema izquierda podemita y a los separatistas. El líder de Podemos, socio preferencial de Sánchez, se ha borrado un año más del desfile y de la recepción en el Palacio Real. Lo ha hecho, además, cuando sus colegas en Cataluña rectificaban, para mal, y cambiaban su primer voto en de reprobar al Rey Felipe para ser ellos quien propusieran esa reprobación a quien solo cumplió con su deber constitucional de defender la Carta Magna, la unidad de España y la soberanía del pueblo español sobre todo el territorio. Podemos y separatistas, confabulados en ello y con el Rey como objetivo prioritario a abatir para ir luego ya de manera total contra la Constitución, están juntos en este empeño. Y son ambos quienes auparon a Sánchez y ambos le siguen apoyando y sosteniendo. Y él a ambos se debe y con ambos traga. El pasado miércoles era la inefable Carmen Calvo quien volvía a los gestos de sumisión zalema y apaciguamiento antes los que no cejan en su golpe sedicioso y en su empeño en desguazar España.

 Todo ello marcará el 12 de octubre de este año. Un Gobierno sostenido por los mayores enemigos de España. Sánchez impostará patriotismo, pero las gentes me parece que en esto no le compran la agusanada mercancía. Por eso han decidido celebrarlo al margen y sin contar con nadie que su propio sentimiento y conciencia. Por ello, es por lo que los balcones se han vuelto a llenar de manera impresionante de banderas. Porque a lo mejor muchos de quienes estaban en la tribuna hacen dengues sobre el día, sobre la bandera y hasta sobre el propio nombre de España, su «estepaís» de todos los discursos, pero la gente la quiere, la siente suya y su ¡viva! es cada vez más alto, más fuerte y más decidido. Que ya saben que en España, defender la Constitución , los símbolos patrios, la Historia, la soberanía, la libertad y la democracia, es pasar a convertirse en facha. Pues sea: ¡Viva España!