El reportaje aborda la situación de cinco de los nueve poblados que Franco mandó crear en el campo ciudadrealeño a través de la mirada de los hijos y nietos de los primeros colonizadores que nacieron en municipios cercanos y fueron trasladados a estos núcleos para poblarlos entre 1940 y 1970. Los únicos que quedan son la esperanza de esos núcleos inventados, son su verdadera patria porque en ellos ya han nacido y se han criado. Viven allí felices y se mantienen firmes en su deseo de resistir hasta que el tiempo les quite la razón. Los jóvenes, los nuevos colonos, resisten la despoblación y la falta de servicios, mientras el miedo a la soledad cerca a sus mayores.

«No me falta nada, sólo gente. Tengo coche, trabajo en Valdepeñas en un centro de día y tengo allí mis amigos y cuando vuelvo tengo la paz del pueblo, lo que me duele es que se esté quedando vacío», cuenta Use, hija de colono y vecina de Consolación.