Abánades: el caso de un pueblo saqueado

INMACULADA LÓPEZ
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Ha sido uno de los sucesos más mediáticos de los acontecidos en la provincia en el último mes

Hace 30 años que no robaban en el pueblo y para nada puede compararse con lo sucedido en la noche del pasado 17 de marzo. Abánades  es el ejemplo más evidente de la desprotección y la sensación de inseguridad que viven los pequeños municipios de las zonas rurales más alejadas de la provincia.  Con apenas 30 habitantes, esta localidad ubicada a 80 km de la capital, entre la Alcarria Alta y la Serranía, se convirtió en triste protagonista de una cadena de robos que, todavía hoy, sigue sin esclarecerse. Los ladrones no eran inexpertos:sabían lo que querían y actuaron con sigilo para conseguirlo. Y con tranquilidad, con mucha tranquilidad. Tenían claro que nadie les molestaría. Sólo los ladridos nada habituales del perro del Hotel ‘Los Ánades’ alertaron de que algo pasaba, pero fueron pocos los vecinos que alcanzaron a escucharlos y quienes lo hicieron, no le dieron importancia.

Nada más llegar, entraron en dos naves agrícolas e intentaron hacerlo sin éxito en una tercera. En la primera, arrastraron un Audi con un tractor para retirarlo de la puerta y poder sacar, como así hicieron, un todoterreno Toyota ‘Land Cruise’ en el que cargaron un motosierra y el resto del botín. Aunque parezca extraño, una hidrolimpiadora recién comprada no les interesó. En la segunda nave, propiedad del alcalde, Luis Miguel Foguet, únicamente arrancaron el tractor y se llevaron el pendrive que tenía conectado para escuchar música. A continuación, se dirigieron a las calles del pueblo, entraron en el bar que regenta Javier López, cuñado del alcalde, y lo desmantelaron por completo:bebida, comida, embutidos recién comprados, dos ordenadores, una cámara réflex, la calderilla de la caja y, curiosamente, el mando a distancia de la televisión. «Me han robado toda mi intimidad, mis fotos, mis documentos», relata triste Javier. Él se encontraba durmiendo en la parte alta de la vivienda que hay justo encima del bar, donde los delincuentes también entraron y se apropiaron de 450 euros y de todas las joyas de su madre, de gran valor económico y sentimental. «No me enteré de absolutamente nada», se lamenta Javier. El mismo escenario se repitió en otras tres viviendas del municipio que se encontraban vacías esa noche, al tratarse de segundas residencias. Además, los cacos forzaron la puerta del Ayuntamiento y revolvieron cajones y estanterías. «No se llevaron nada porque no había nada que llevarse», afirma el alcalde. Por último, entraron en el garaje de otra casa y se hicieron con una máquina de soldar y con otra motosierra. «Actuaron de una manera tan meticulosa que da la impresión de que no vinieron al azar, sino que robaron determinadas cosas por encargo», opina Luis Miguel Foguet, quien tiene claro que, tal y como se sucedieron los hechos, los delincuentes fueron al menos cuatro.

Ahora, lo que más preocupa a Foguet y al resto de alcaldes de la zona es el estado de «psicosis e inseguridad» que se ha creado entre la población, por lo que se han unido para reclamar un incremento de la presencia de la Guardia Civil. Y es que, con anterioridad al caso de Abánades, se cometieron de manera escalonada varios hurtos en naves y viviendas de municipios aledaños como Canales del Ducado, Canredondo, Renales, Laranueva, Esplegares y Sacecorbo. Por desgracia, la paz de estos pueblos también ha sido robada.