Viaje hacia la luz

A. F.-J. V. (SPC)
-

Exmonje budista y huérfano, el monitor de los 12 niños atrapados en la cueva les suministró gominolas y les enseñó a meditar

El pasado 23 de junio nada hacía presagiar a los 12 niños de un equipo de fútbol y a su entrenador que la intrépida decisión de adentrarse en la turística cueva de Tham Luang, en el norte de Tailandia, para celebrar en su interior el cumpleaños de uno de los jabalíes salvajes, como se hace llamar el club deportivo de los jóvenes, podía acabar en tragedia. Una odisea que durante 18 días ha mantenido en vilo a sus familiares y amigos, y también a los políticos locales, a los medios de comunicación y al mundo entero.

Las voces de alarma vinieron por parte de la madre de uno de los menores, quien al ver que su hijo no regresaba a casa después del habitual entrenamiento se puso en contacto con el colegio. Tras horas de búsqueda infatigable, el personal del parque nacional de Tham Luang encontró una pista: las bicicletas de los niños estaban a la entrada de la gruta, sin embargo, penetrar en ella era misión imposible debido a la crecida de las aguas.

Después de nueve días de intenso rastreo por la cavidad, llegaba la noticia más esperada: los niños y el monitor eran hallados con vida en una isleta de la gruta, situada a cuatro kilómetros de distancia de la entrada y a unos 800 metros de profundidad.

Una de cal y otra de arena, frente a la alegría por el descubrimiento, las autoridades tailandesas advertían que las estrategias para su rescate se limitaban a dos: o bien esperaban hasta que el nivel de las aguas descendiese, -lo que podría suponer meses de espera-, o bien los atrapados aprendían a bucear. Opción, esta última, más factible y que finalmente se puso en marcha impartiendo a los menores un curso intensivo de buceo.

Seis días después de encontrar a los niños comenzaba la primera operación de rescate en la que se consiguió salvar a los primeros cuatro niños. El optimismo era patente, «la misión ha sido más exitosa de los que esperábamos», sentenció Narongsak Osattanakorn, gobernador de la provincia de Chiang Rai y responsable del operativo. No obstante, el tiempo y las lluvias jugaban en contra, pero aún así las labores de salvamento continuaron al día siguiente en las que también se consiguió liberar a otros cuatro niños. 

Por fin, en la tercera jornada de rescate se consiguió lo imposible, los últimos cuatro chicos y su entrenador eran sacados de la cueva.

«No sabemos si ha sido un milagro, la ciencia o qué. Los 13 jabalíes están fuera de la cueva», afirmaron los buzos tailandeses después de la compleja operación, unas palabras que consiguieron aliviar al país y al mundo entero. 

No obstante, Osattanakorn recalcó que la misión «estará completada cuando hayamos devuelto los niños a sus familias».