Medicina en estado puro

Raquel Santamarta
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'La Tribuna' comparte una jornada con la médico y la enfermera de Abenójar

María José Brigidano y Eva Aparicio caminando por la carretera que separa Abenójar de Fontanosas./ - Foto: PABLO LORENTE

No puedo tirar con la pierna izquierda, pero vivo justo aquí enfrente», señala Faustino, uno de los pacientes que aguarda su turno en el centro de salud de Abenójar. «Pastillas tomo unas pocas», asegura a sus 84 años. De ellos, 70 los ha pasado en esta localidad, donde se ha casado y ha visto nacer a sus cinco hijos. «Todos están fuera», lamenta.

Es lunes y la actividad de Eva Aparicio y de María José Brigidano comienza a las ocho de la mañana, con el programa de atención a la mujer, donde se realizan citologías de despistaje de cáncer de cérvix o cuello uterino. Eva se coloca la bata blanca y se prepara para pasar consulta, mientras María José se va a hacer extracciones de sangre a domicilio. «Eloy Pavón (que se encarga del plan de deshabituación tabáquica y de la cirugía menor) y José Manuel Ortiz están en Cabezarados», precisa la enfermera, que lleva cerca de 18 años en un centro con al menos un cuarto de siglo de vida.

Además de estos dos municipios, la zona básica de salud -que pertenece a la Gerencia de Atención Integrada de Ciudad Real- comprende Saceruela, Fontanosas y Navacerrada, una aldea perteneciente a Almodóvar del Campo donde se desplazan los jueves para atender a su escaso centenar de habitantes. «Allí no llega el transporte público», apunta Eva que, tras trabajar en Puertollano como médico de familia, se vino a Abenójar hace tres años. «El trato con la gente es muy cercano», explica. «A veces somos como sus confesores», apostilla María José que, por primera vez, sigue el embarazo de una joven del lugar.

Amparo Cobos, enfermera de cupo de Abenójar, realiza extracciones en el centro de salud./Amparo Cobos, enfermera de cupo de Abenójar, realiza extracciones en el centro de salud./ - Foto: PABLO LORENTE Mientras tanto Amparo Cobos, enfermera de cupo de Abenójar, hace pruebas de control de Sintrom, el nombre comercial del anticoagulante oral acenocumarol que se ha demostrado eficaz durante décadas en la prevención de trombosis y embolias. Así, toma muestras de sangre capilar con un simple pinchazo. Además, al tiempo que María José prosigue su ruta domiciliaria, realiza extracciones en el centro de salud.

«Mi padre estaba empeñado en que fuera médico, pero yo quería ser farmacéutico, un droguero ilustrado según él», señala el hijo del que fuera el doctor Hilario Fuentes, con una calle a su nombre. «Mi abuelo, Heliodoro Fuentes, fue el médico de empresa de Minas de Almadén y Arrayanes S.A.», confiesa, mientras se deja sacar sangre. Así, e intentando cumplir con su voluntad, inició Medicina pero, según matiza, en dos años no abrió los libros y decidió pasar a Económicas, una carrera que tampoco concluyó. Lo suyo ha sido el campo y la familia. «Tengo una explotación ganadera y siete nietos de cuatro hijos», afirma lleno de orgullo.

Santiaga pasa a la consulta. Hace tres meses le dio un infarto porque, según explica, tiene «muy mal» la circulación, lo que se viene a unir a su artrosis y dos hernias de disco. Desde entonces, las visitas al médico son más que frecuentes. De hecho, el martes tiene que volver a ver a Eva, a quien aún agradece que salvara la vida a su marido. «Pensábamos que era un ictus, pero cuando llegamos a Ciudad Real el fallo estaba en el corazón», indica. Ahora lleva un marcapasos que le ayuda a bombear sangre a todo el cuerpo y le permite seguir disfrutando de los nietos. Porque, a diferencia de Faustino, ellos tienen a sus tres hijos en Abenójar.

Cola de los pacientes citados en el consultorio local de Fontanosas, esperando a Eva y María José para ser atendidos./Cola de los pacientes citados en el consultorio local de Fontanosas, esperando a Eva y María José para ser atendidos./ - Foto: LT Recién llegada de Saceruela, aparece por la puerta Paqui Coello, la taxista que se encarga de recoger las muestras de sangre para llevarlas hasta el laboratorio del Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR), donde son analizadas. Pero antes debe pasar por Cabezarados.

El día está despejado y los termómetros marcan quince grados. María José y Eva, que se cuelga su maletín granate al hombro, reciben dos avisos. El primero, en la calle paralela al centro de salud, es en la casa de Guadalupe, una mujer de 83 años que hoy se ha levantado algo mareada. «Tengo angustia», señala haciendo alusión a los vértigos. Sobre la cama, a la que llega apoyada sobre dos garrotas, Eva le hace un reconocimiento y le acaba prescribiendo una dieta blanda.

Frente a la Iglesia vive Félix. Mañana cumple 91 años y justo, un día antes, le ha atacado el lumbago. «¡Ay Señor!», dice con tintes de resignación mientras Eva le levanta la pierna izquierda. «La tengo mejor que la cadera, que está hecha polvo», según precisa. Al final la médico decide que lo mejor es ponerle una inyección intramuscular y se despide recomendándole la aplicación de calor en la zona.

María José atiende la lumbalgía de Félix./María José atiende la lumbalgía de Félix./ - Foto: PABLO LORENTE

camino de fontanosas. En total llevan unas 2.600 cartillas. «La zona es pequeña en cuanto a población, pero es muy dispersa geográficamente y está lejos de los hospitales de referencia», afirma María José, que tiene su cupo en Fontanosas. La carretera que lleva a esta pedanía de Almodóvar del Campo y de Abenójar es estrecha y sus curvas son pronunciadas. Eso sin contar con los baches. Pero el paisaje no tiene desperdicio.

A las once de la mañana parten en su coche personal hacia el pueblo de los yacimientos de granito para recibir a los pacientes citados en el consultorio local, las antiguas escuelas. La sala de espera se queda pequeña. Son las 11.30 horas y tienen mucho trabajo por delante. Eva y María José comparten espacio con una auxiliar de farmacia, encargada de abrir el botiquín.

Más fotos:

Foto de familia de los integrantes del centro medico de Abenójar./
Foto de familia de los integrantes del centro medico de Abenójar./ - Foto: PABLO LORENTE
Sobre la cama, a la que llega apoyada sobre dos garrotas Guadalupe, Eva le hace un reconocimiento y le acaba prescribiendo una dieta blanda./
Sobre la cama, a la que llega apoyada sobre dos garrotas Guadalupe, Eva le hace un reconocimiento y le acaba prescribiendo una dieta blanda./ - Foto: PABLO LORENTE
María José y Eva en la casa de Guadalupe, una mujer de 83 años que hoy se ha levantado algo mareada./
María José y Eva en la casa de Guadalupe, una mujer de 83 años que hoy se ha levantado algo mareada./ - Foto: PABLO LORENTE

El grueso de la pensión de muchos habitantes de Fontanosas, donde ya no hay colegio, viene de Suiza. Es el caso de Pedro del Olmo, alcalde pedáneo por la parte de Almodóvar del Campo. Trabajó 37 años en este país encaramado a los Alpes al que emigró con su mujer, primero en la construcción y después, en el aeropuerto de Grotenberg. Ella, en el Hospital de Winterthur. Hoy está en el consultorio médico porque tiene un flemón y la tensión bastante alta. «Mañana me voy a sacar la muela», le dice a Eva con cara de haber pasado una mala noche.

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