Salir del desconcierto

Raquel Santamarta
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Héctor acude cada mañana al Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana de Autrade • Hoy se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, un trastorno misterioso que le hace entender la realidad a su manera

Lidia Ceca recibe al pequeño Héctor con gusanitos. - Foto: Tomás Fdez. de Moya

Héctor es de cabellera rubia y rostro sereno. Todas las mañanas se echa a la espalda su mochila de color azul para acudir al Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana de Autrade, la asociación regional de afectados de autismo y otros trastornos del desarrollo. Allí le esperan Lidia Ceca, Jaime Bellido, Adoración Menchén y Miguel Barba para tenderle puentes hacia la comunicación. Porque las conductas repetitivas de quienes padecen un desorden del espectro autista son sólo una respuesta a su desconcierto frente al mundo.

Cada sesión es un pequeño gran paso para sus padres, Lucía Navarro y José Miguel Pacheco, quienes recibieron el diagnóstico el pasado mes de diciembre tras pasar por el pediatra y el neurólogo. En sólo unos meses, según asegura ella, «el cambio ha sido radical», teniendo en cuenta que su preocupación asomó en el momento en que Héctor no miraba a los ojos ni atendía a su nombre.

Son conscientes de que se han adentrado en «un mundo muy complejo», pero luchan cada día por estar a la altura de las circunstancias afianzando cada paso para que no se acabe diluyendo. No en vano, forman parte del programa Hanen que el centro de psicología y lenguaje Deletrea, en Madrid, imparte para ayudar a los padres de niños con trastornos del espectro autista (afectan a uno de cada 150 niños nacidos) a fomentar las habilidades sociales y comunicativas de sus hijos. «La gente no sabe lo que es el autismo, ni lo entiende», lamenta Lucía. «Y es difícil transmitírselo a los demás», apostilla José Miguel.

En este camino de aprendizaje, en el que las pautas generales no sirven, han aprendido que el hecho de romper rutinas no sólo le cuesta a Héctor, sino que le intranquiliza. «Si me tengo que desviar en la rotonda de camino al centro, antes se lo tengo que anunciar», asegura su padre que, al igual que su madre, trabaja como enfermero en el Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR).

Ambos tratan de estimularle de «una forma constructiva» y se agarran a los gestos, pictogramas, fotos y objetos para traspasar los muros de un trastorno cuyo origen sigue siendo un enigma y que se caracteriza por la incapacidad de interacción social, el aislamiento y una serie de conductas a menudo repetitivas, restringidas o estererotipadas. «No discrimina los sonidos, es como si escuchara todo a la misma intensidad», explica Lucía con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Y es que estre trastorno es un pozo y el oído es una cuerda que llega a sus profundidades. (Más información en la edición impresa)