A la caza del cazador

Patricia Vera
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Los hosteleros reclaman mayor control sobre las ofertas de 'todo incluido' en los cotos • En cuanto a la comercialización, desconfían de la viabilidad de crear paquetes turísticos con la caza como actividad principal

Un cazador, antes de un disparo. - Foto: Pablo Lorente.

La caza es una actividad de gran importancia económica en la región e influye en numerosos sectores, pero una de sus asignaturas pendientes es que su impacto económico repercuta en el territorio. En los últimos tiempos, han proliferado los cotos de caza cuyas casas particulares se convierten en alojamientos para los cazadores y compiten en desigualdad de condiciones con los establecimientos hoteleros de la zona de influencia, algo que disgusta a los profesionales, que ven cómo sus costes y requisitos sanitarios y turísticos van en aumento mientras que la afluencia de turistas disminuye. Anuncian bajos precios (entre 150 y 300 euros) por tirar a tórtolas o palomas, alojarse dos noches y comer en el campo. El resultado es que el cazador ni conoce el entorno ni consume fuera de la finca, por lo que la repercusión económica es muy limitada en una actividad practicada por personas de cierto poder adquisitivo.

Dolores Llario, responsable de Balneario Cervantes (Santa Cruz de Mudela), señala que «desde que las fincas tienen sus propios alojamientos, los cazadores no vienen», lo que califica de «gran problema». «La zona recibe muchos cazadores, pero no nos repercute», afirma, y cree que la solución pasa por exigir a los cotos «que paguen los mismos impuestos y superen las mismas inspecciones». Un fenómeno del que ya habló el presidente regional de la Federación de Hosteleros, Alfonso Silva, que tachó estas ofertas de «competencia desleal».

En Villarrubia de los Ojos, el panorama es muy similar. Desde El Mirador de La Mancha apuntan a que no hay demanda de alojamiento porque «las fincas son privadas, vienen en grupos reducidos y se quedan en la casa». En Alcoba de los Montes ocurre lo mismo, puesto que la mayoría de los cazadores son de las localidades cercanas y no precisan alojamiento. Pese a esta situación, otros establecimientos no han tenido tanta suerte, como cuentan desde la antigua casa rural La Tablona, en Horcajo de los Montes, cerrada porque «la crisis se nos ha llevado por delante». (Más información en a edición impresa)