Elcogas: dos décadas de sobresaltos para un proyecto innovador

Diego Rodríguez
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La central termoeléctrica GICC comenzó a operar en 1996 como un proyecto de demostración y en estos momentos vive los que podrían ser sus últimos días • La plantilla sigue confiando su futuro a un cambio de Gobierno a nivel estatal

A cualquier persona que se le pregunte por el carbón o por una central térmica pensará automáticamente en una única cosa: contaminación. Cierto es que quemar este mineral en la forma tradicional es un proceso sucio y muy poco eficiente; es algo que tanto el sector energético como la Unión Europea ya han reconocido y la consigna es renovarse de la mano de la tecnología para no morir. Fruto de esta reflexión surgió la idea de Elcogas, símbolo mundial que surgió en la década de los años 90 del pasado siglo para demostrar que se puede utilizar el carbón de forma bastante limpia y, además, rentable. La central termoeléctrica de gasificación integrada en ciclo combinado (GICC) de Puertollano es la mayor de su tipo en el mundo y sigue estando considerada como las más avanzada del continente. Pero, ¿qué es Elcogas y cuál es su historia?
Elcogas surgió en el año 1992 en forma de sociedad anónima con el objetivo de construir y explotar una central GICC de 335 megavatios (MW), así como para comercializar su tecnología. Enclavada en Puertollano, está basada en el proceso de gasificación ‘Prenflo’, que convierte en energía limpia y eficiente una mezcla de carbón local con alto contenido en cenizas procedente de Encasur y coque de petróleo producido en el Complejo Industrial de Repsol. Los residuos sólidos (azufre, cenizas y escorias) obtenidos en la producción y limpieza del gas son comercializables, con lo que se transforman en subproductos del proceso que son útiles en el mercado. Además, la emisión de contaminantes es mínima y el alto rendimiento de la planta (un 15% por encima de la media obtenida por otras centrales térmicas convencionales) permite reducir de forma considerable las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y el consumo de agua. La central entró en operación comercial con gas natural en 1996, y en marzo de 1998 lo hizo con gas de carbón.
Para que se entienda mejor, lo que se ha hecho a lo largo de todos estos años en Elcogas ha sido gasificar el carbón para luego utilizar el gas resultante para mover una turbina y producir gran cantidad de electricidad (335 megavatios de potencia). Un proceso complicado y caro, de ahí que esta planta se ideara como un prototipo para desarrollar tecnologías propias con vistas al futuro. No obstante, en un primer momento se pensó que una vez que funcionara, los costes de operación serían bajos, entre otras cosas porque la central estaba diseñada para recuperar la inversión y, sobre todo, que contaminara poco, aunque no tan poco como las que utilizan gas natural directamente.
Sin embargo, la historia de Elcogas no ha dejado de sufrir sobresaltos. Primero fue durante su construcción, con varios retrasos y sobrecostes, y después con su financiación. Precisamente en este último punto es donde radica el principal problema de la empresa. Desde un primer momento Elcogas ha contado con ayudas públicas para su puesta en marcha y posterior viabilidad, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un proyecto tecnológico impulsado desde Bruselas. La planta ha contado durante buena parte de su andadura con el paraguas de un régimen retributivo específico, similar al que se aplica a las renovables, que perdió hace unos años.
En estos últimos ejercicios sin el marco regulatorio propio, la empresa se sintió más o menos cómoda bajo la protección del Real Decreto de Restricciones por garantía de suministro. Esta medida no cubría las pérdidas totales de Elcogas pero mitigaba en cierto modo su sangría económica, puesto que el Gobierno subvencionaba parte del coste del megavatio que producía y, además, le primaba por consumir carbón autóctono. Pero este Real Decreto finalizó el 31 de diciembre de 2014 y ante la perspectiva de no contar con otras ayudas, seis meses antes la empresa inició los trámites de un expediente de cierre.
En junio de 2014 los accionistas tomaron la decisión de cerrar alegando no poder hacer frente a los elevados costes de producción y viendo que por parte del regulador (Ministerio de Industria, Energía y Turismo) no se daba una solución. Cierto es que a Elcogas le cuesta producir más que a las centrales térmicas convencionales, pero hay que tener en cuenta que la planta puertollanense lo hace sin apenas contaminar, de ahí que su exigencia histórica haya sido la de tener un régimen retributivo específico como tienen las energías renovables. Sobre todo teniendo en cuenta que cada vez son más las voces que en el seno de la Unión Europea quieren volver a apostar por el uso del carbón para reducir la dependencia energética del petróleo importado, pero siempre que el mineral que se queme se haga de forma respetuosa con el medio ambiente.
 
CONFLICTO LABORAL. Desde entonces, empresa y trabajadores conviven en un conflicto laboral que está próximo a cumplir los veinte meses y que para la ciudad de Puertollano y su comarca se ha convertido en un símbolo. No en vano, Elcogas ha pasado a ser para los puertollanenses como el icono del declive industrial vivido en los últimos años con el cierre de Silicio Solar y Solaria, dos factorías dedicadas a la fabricación de obleas y placas fotovoltaicas, así como el fin de la central térmica de Viesgo y el cada vez más próximo cierre de Encasur, sobre la que actualmente pesa un expediente de regulación de empleo (ERE) de prejubilaciones.
Buena parte de la sociedad puertollanense se ha volcado en todo este tiempo con las movilizaciones planteadas por los trabajadores de Elcogas, tanto en Puertollano como en Toledo y en Madrid, a pesar de haberse convertido en un conflicto muy politizado. El tema de Elcogas ha sido y sigue siendo arma arrojadiza entre el Gobierno central, en manos del Partido Popular, y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Puertollano, gobernados por el PSOE.
En estos momentos, la central termoeléctrica GICC podría estar viviendo sus últimos momentos habida cuenta de que desde el día 1 de este mes la planta se considerada cerrada y desconectada de la red eléctrica, además de estar en estado de indisponibilidad. Esto ha hecho que sobre la mese haya un ERE de carácter extintivo para sus 143 trabajadores (los otros aproximadamente 150 de contratas dejaron de trabajar en septiembre del pasado año) y que las perspectivas de futuro sean cada vez más pesimistas.
Pese a todo, aún queda un resquicio al que se agarran las decenas de familias que siguen dependiendo de esta empresa, que no es otro que un posible cambio de Gobierno a nivel estatal. El Partido Socialista lleva varios meses prometiendo incluir a Elcogas en un régimen retributivo específico y se ha comprometido a aprobar el plan de viabilidad que la empresa presentó el pasado 22 de diciembre y que fue rechazado por el Ministerio de Industria. Es por ello que los sindicatos insten a la empresa a «aguantar» unos meses más hasta saber quién será el próximo inquilino de La Moncloa.
El plan de viabilidad presentado por Elcogas está basado en un proyecto de hibridación de combustibles fósiles (carbón y coque de petróleo)y biomasa (orujillo de aceituna), en una proporción de 70% y 30%, respectivamente, mediante el cual poder optar a un marco regulatorio propio. Las esperanzas de los trabajadores y de toda una comarca están puestas en que este proyecto pueda salir adelante, si bien el tiempo apremia y el periodo de consultas del ERE finaliza a mediados de mes. Una vez llegue este momento nadie sabe qué ocurrirá: si la empresa da marcha atrás y decide esperar a un posible cambio de Gobierno o aplica un expediente que a la postre supondrá el fin de un proyecto innovador que ha demostrado que el carbón sigue siendo una alternativa energética limpia aunque de forma costosa.
 
ACCIONISTAS. Elcogas, S. A., propiedad de las principales empresas eléctricas europeas, es la primera central de demostración de la tecnología de gasificación integrada en ciclo combinado en España y la mayor del mundo que utiliza carbón. Su puesta en marcha supuso una inversión de 731,8 millones de euros, o lo que es lo mismo casi 122.000 millones de las antiguas pesetas, un 9,8% más de lo presupuestado, y contó confinanciación de la Unión Europea. Actualmente, la empresa arrastra unas pérdidas acumuladas que superan los 217 millones de euros tras cerrar 2015 con algo más de 22 millones en pérdidas.
Sus socios siguen siendo las siguientes empresas: Endesa Generación (40,99%), EDF Internacional (31,48%), Iberdrola Generación (12%), Hidrocantábrico (4,32%), Energía de Portugal (4,32%), Enel (4,32%), Siemens (2,53%) y Krupp Koppers (0,04%).