Buen nivel artístico y poco público en los tendidos

Rafael Zaldívar
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Balance de la Feria Taurina de Ciudad Real

Lo veníamos contando cada día de corrida, salvo el primer día, las entradas han sido pírricas. Incluso el día de los paisanos hubo trescientas ochenta entradas devueltas. La afición, o mejor el público, es caprichosa y no terminó de gustarle el cartel del segundo día. Buscar explicaciones es difícil; desde luego, la cuestión económica no es baladí. Al parecer el apoyo a los paisanos se queda en las tertulias o en la calle. La televisión tampoco ayudó. Por unas cosas o por otras, falló el público también en los rejones. Un tercio de entrada dejó mucho que desear para ver a los centauros. ¿Qué quiere la afición de Ciudad Real? No basta luego con dar premios a los de casa. Hay que pasarse por taquilla si queremos lo mejor.

En cuanto al nivel artístico –casi todos en hombros- nada que objetar; bueno sí, lo de todos los años: la concesión de orejas que sigue siendo un dislate. No se puede medir bajo el rasero del triunfo sin más. Es una postura fácil la que toma el palco. Hemos pasado de la exigencia absoluta al todo vale. Es una postura fácil la que se toma a priori. Y eso, no es así. Estamos, si se me permite, maleducando al personal. De acuerdo con que cada plaza debe tener su personalidad y Ciudad Real, la tiene. Presenta su cara amable y sabe esperar a los toreros. Pero debe tener un mínimo de exigencia. Mientras algunos construyen imprimiendo seriedad a todos los niveles, otros devalúan lo realizado en el ruedo.

TOREROs. Buen nivel de Morante de la Puebla, tuvo ‘fogonazos’ de arte tanto con el jabonero claro que abrió plaza como con el cuarto, al que puso un buen par José Antonio Carretero. El molinete abelmontado, permanecerá en la retina de muchos. No era fácil su enemigo y además, estuvo valiente. El Juli, pechó con el peor lote, uno quedado y brusco y otro sin clase al que ‘sobó’ para intentar sacar agua del pozo. Aún así, demostró su profesionalidad. Sebastián Castella, hizo para un servidor lo mejor de la feria al tercero, un toro muy noble y ‘sosito’ de Torrealta al que dominó de principio a fin. Suavidad, temple, dominio y quietud. Convenció en suma.

La segunda tarde vimos a un Tendero con mucha verdad, serio y con valor ante un ‘marrajo’. Con el quinto, dio la estocada de la feria. Emilio Huertas desorejó al segundo de lidia, por su disposición y su toreo sobre ambas manos, quedándose siempre colocado para ligar el siguiente pase. En la segunda parte de la faena se gustó en los adornos. El resto de la corrida bajó mucho por culpa del ganado de Torrehandilla, que salió falto de casta y sin emplearse.

Y como final, la de rejones, con un Andy Cartagena espectacular y un Leonardo Hernández más pausado y toreando de verdad a caballo. Manzanares técnico y algo frío, no pudo hacer más.