Vacío legal en la protección del maltrato a mayores

Pilar Muñoz
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La responsable del área del Geriatria del Hospital General recuerda tres casos de malos tratos a ancianos tras subraya que es una violencia «infravalorada», y sin protocolos de actuación

Desde que empezó a funcionar el área de Geriatría del Hospital General Universitario de Ciudad Real, en la primavera de 2007, se han constatado al menos tres casos de malos tratos sobre personas mayores, ha indicado a La Tribuna su responsable, la doctora Nuria Fernández Martínez, quien apunta que, como sucede con los niños o las mujeres, se trata de violencia  «infravalorada». Del mismo modo, y a pesar de la mala prensa que puedan tener las residencias, que achaca más a la falta de personal que de atención, señala que para encontrar a los maltratadores no hay que irse muy lejos y basta con investigar un poco en el entorno más próximo de las víctimas. La especialista hace estas declaraciones coincidiendo con la conmemoración del Día  Internacional de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.

Uno de los casos en los que intervinieron los geriatras del HGUCR fue el de una anciana viuda y con deterioro cognitivo que ingresaba cada dos por tres, se recuperaba y empeoraba en cuanto salía por la puerta del hospital y volvía a casa, donde, supuestamente, la cuidaba una vecina. Nuria Fernández y la trabajadora social elevaron un informe a la Fiscalía y lograron que se incapacitara legalmente a la anciana e ingresarla en una residencia.

Otro ejemplo de maltrato hacia un mayor del que la geriatra del Hospital General de Ciudad Real tiene constancia fue el de una mujer que llevaba sufriéndolos desde que prácticamente se casó. Cuando el marido enfermó, las hijas, que también habían sido víctimas de la violencia paterna, lograron convencerla para que se separara e ingresara en una residencia.

Según Nuria Fernández, afortunadamente estas situaciones son la excepción. El problema es que, cuando se producen, los profesionales sanitarios y de los servicios sociales tienen muy limitadas sus posibilidades de intervención porque, a diferencia de los menores o de las mujeres víctimas de maltrato, en el caso de los mayores no existen protocolos de actuación. Además, poco pueden hacer si la víctima no está incapacitada: «si una persona está bien congnitivamente no la puedes llevar para que un juez la incapacite», recalca.

A su juicio, este problema, contra el que la ONU instituyó el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, es una de las consecuencias de la «juventud» de esta especialidad médica, la Geriatría, que se creó en España justo ahora hace cuarenta años, porque, a pesar del tiempo transcurrido, «ni la socidad ni la sanidad están preparadas para afrontar el envejecimiento de buena parte de la población y la Justicia, que va más tarde, menos».

De 65 a más de 70.  Cuando se creó la especialidad fue para atender a personas de más de 65 años, pero es que «de esa edad no vemos a nadie», aclara la doctora Fernandez, quien, a renglón seguido, explica que  «entonces la esperanza de vida estaba en los 70 y pocos años mientras que ahora la media de edad de los pacientes que atendemos y que tenemos ingresados roza los 90».  De media suele haber 50 ingresados.

La especialista indica que hace 15 o 18 años no era frecuente ver tantos nonagenarios, casi centenarios, como de un tiempo a esta parte, pero intuye que hemos llegado al límite porque «es gente que ha trabajado en el campo, al aire libre, sin contaminantes, quizá con alimentación escasa pero sin aditivos, más sana y todo ello ha hecho posible una población más logenva».

A partir de ahora, en cambio, «van a llegar a la vejez generaciones de trabajadores que han tenido mucho estrés y otros hábitos de comida, sendantarismo, etc.  y puede que eso nos haga retroceder un poco  y volver a expectativas de vida más bajas». A día de hoy el declive físico y cognitivo no suele aparecer antes de los 75 años, por lo que los servicios geriátricos se centran más en este grupo de población porque es cuando empieza a aparecer la fragilidad y el envejecimiento más acentuado.

Para ayudar a paliar esta pérdida de capacidades, Fernandez considera necesario un mayor contacto con los profesionales de Primaria, incluso que se dotarán de alguno de estos especialistas, y la creación de una unidad de rehabilitación para pacientes que han sufrido una fractura o un ictus, patologías que son los grandes «cocos» de la especialidad por las dificultades de movilidad que crean al paciente.