Desde 2013 es sábado y cuatro de la madrugada en el hospital del Carmen. Un reloj en el vestíbulo dejó de contar el tiempo en esa fecha, cuando el edificio más alto de la capital se cerró y durante tres meses permaneció en el olvido. Sin que nadie lo vigilara sufrió estragos. La instalación eléctrica se arrancó, los techos fueron tirados para acceder al cobre, las ventanas se rompieron y propiciaron que las palomas se convirtieran en sus inquilinas y el polvo empezó a campar a sus anchas por todos los espacios, desde los quirófanos a las habitaciones. Unos 100.000 euros cada día se destrozaron en el hospital hasta sumar los ocho millones de euros en pérdidas que tiene el complejo. El silencio de este olvido que comenzó en 2005 cuando se abrió el moderno Hospital General se rompe en este 2018, con la mirada puesta en dar «una segunda vida» a este edificio cuya estructura está intacta pero que necesita un lavado de cara para reconvertirse en el mayor edificio administrativo de la capital