Apenas unos decímetros de muralla emergían de entre el polvo manchego allá por 1983, cuando comenzaron las excavaciones en el castillo de Calatrava la Vieja. Manuel Retuerce y Miguel Ángel Hervás, directores de la excavación Proyecto Calatrava 2014, lo cuentan con orgullo. Sus trabajos, entonces sustentados en la mano de obra de parados que llegaban a decenas a remover y quitar capas de sedimentos, dieron lugar a descubrimientos tales como «cuarenta torres, entre ellas las atalayas pentagonales más antiguas de la Península, igualmente la más antigua torre albarrana (torreón que se encuentra unido al muro, del tipo de la Torre del Oro sevillana), una sala de audiencias que es un unicum (única de su tipo) en la arquitectura andalusí, la iglesia de la orden calatrava más antigua del mundo», narra Hervás, de la empresa Baraka arqueólogos, especializada en prospecciones de yacimientos y que también participa en esta excavación. «Hemos ido excavando muchos pequeños muros, que saltábamos como si fuesen adoquines, hasta descubrir que tienen 6 y 7 metros de altura» cuenta Retuerce, quien, a diferencia de su compañero, ejerce el profesorado en la Universidad Complutense de Madrid.
El Proyecto Calatrava 2014 viene impulsado desde la institución madrileña, y ha conseguido que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha les otorgue fondos para un mes de excavaciones, la primera campaña desde que la crisis las paralizara en 2010. El yacimiento de Calatrava la Vieja funcionaba con fondos europeos y de la Junta, y es ahora el gobierno regional quien de nuevo aporta dinero para reanudar los trabajos arqueológicos, lo que «aunque es la mitad de los que nos daban antes», relata Retuerce, que «permite reabrir las investigaciones durante un mes más».

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