Las lluvias de mayo afectarán a la producción de pistacho

A. Criado
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Las precipitaciones caída en primavera favoreció la aparición en casi todas las comarcas de brotes de septoriosis, una enfermedad fúngica que afecta a las hojas de estos árboles.

Hay pocos refranes tan acertados como el que reza que «nunca llueva a gusto de todos», especialmente en el campo. La lluvia caída la pasada primavera en la provincia, tan beneficiosa para la mayoría de cultivos, tendrá una incidencia negativa en la producción de pistacho durante la próxima campaña debido a la aparición de la septoria, un hongo que afecta a las hojas de estos árboles, cada vez más presentes en el paisaje ciudadrealeño.

José Francisco Couceiro, investigador del centro agroambiental El Chaparrillo, apunta directamente a las «precipitaciones torrenciales» registradas durante una semana el pasado mes de mayo como el factor que ha desencadenado esta enfermedad. Y es que las lluvias a finales de primavera y verano, tal y como ha ocurrido en 2018, favorecen su desarrollo. «Se han dado las peores condiciones meteorológicas en 30 años», apostilla.

La septoriosis es una enfermedad fúngica común en todos los países donde se encuentra implantado el cultivo de pistacho y se caracteriza por desarrollar manchas foliares necróticas marrones o irregulares de entre uno y dos milímetros de diámetro. Estas manchas pueden aumentar ligeramente de tamaño con el paso del tiempo, aunque por lo general permanecen pequeñas y aisladas. Si aumentan de tamaño, pueden llegar a cubrir toda la hoja.

Esta enfermedad ataca principalmente a las hojas y de forma ocasional, en ataques muy severos, pueden observarse síntomas en el fruto, aunque no suele ser muy frecuente. De hecho, Couceiro, uno de los mayores expertos del mundo en el cultivo del pistacho, hace hincapié en que «no hay que alarmar» a los agricultores, ya que la septoriosis es «una incidencia normal y llevadera, un obstáculo fácilmente superable», si se llevan a cabo los tratamientos adecuados. En primer lugar, es necesario realizar una fertilización equilibrada, puesto que esta enfermedad «se ve favorecida por el exceso de nitrógeno y la falta de potasio». Además, el investigador de El Chaparrillo insta a la poda de las ramas infectadas y la recogida y eliminación de las hojas caídas y frutos momificados. Los desechos deben quemarse o enterrarse lo antes posible.

 

Pendientes de la evolución. La septoriosis ya ha afectado este año al cultivo y lo hará sobre todo en 2019, aunque se desconoce en qué proporción. «Hay que ver la evolución de la enfermedad», afirma José Francisco Couceiro para agregar que el brote ha hecho acto de presencia en prácticamente todas las comarcas de Ciudad Real, afectando sobre todo a las zonas más llanas, «donde menos sopla el viento para secar las hojas con rapidez».

No obstante, el investigador sostiene que la merma en la cosecha de 2019 se compensará, casi con toda seguridad, con las nuevas hectáreas que entrarán en producción de un cultivo que «va a más». Y es que Castilla-La Mancha cuenta ya 22.000 hectáreas de pistacho, de las que más de 8.000 se encuentran en la provincia de Ciudad Real, líder regional en este cultivo por delante de Toledo, Albacete y Cuenca. La presencia de este cultivo es testimonial en la provincia de Guadalajara con apenas 300 hectáreas. Según datos de la Junta de Comunidades, la región concentra el 80% de la producción de este fruto seco de España.