«Podemos es una vacuna excepcional, pero se quedará en un porcentaje bajo. La democracia permite ver las miserias»

Manuela Lillo
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Enrique Belda. Profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Castilla-La Mancha

Enrique Belda./ - Foto: RUEDA VILLAVERDE

En los últimos tiempos se habla de la necesidad de reformar la Constitución, ¿cree usted que la Carta Magna está obsoleta?

La Constitución actual es buena, plenamente vigente, pero después de cuatro décadas, lo normal es que haya aspectos que se deban reformar para adaptarla a la realidad. Quiero decir, si no se reforma, la Constitución no está obstaculizando nuestro desarrollo ni la salida de la crisis, ni siquiera de la crisis política. Es un texto plenamente vigente, lo que ocurre es que hay muchas cuestiones que se podrían mejorar.

¿Qué cuestiones se podrían mejorar?

Son de muy diversa índole. La primera, la mejora de la organización de las instituciones políticas, ajustes tanto en la organización del territorio como en el Parlamento. Un segundo aspecto serían algunas modificaciones para mejorar la inserción de la Corona en la Constitución y un tercer aspecto que podría ser importante es alguna modificación sobre el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional.

¿Cómo cree que se debería mejorar esa organización de las instituciones políticas?

Creo que la dirección sería tener en cuenta que la única misión de los poderes es garantizar los derechos de los ciudadanos y, por tanto, habría que hacer un análisis de cada órgano del Estado y de las comunidades autónomas sobre qué hacen con nuestros derechos y que esos órganos se dedicaran sólo y exclusivamente, sin multiplicar competencias, a hacer posible nuestros derechos. Una vez que eso ocurra, hay que ver qué órganos no son necesarios y dentro de esos órganos, cuántas personas son necesarias. Creo que una racionalización de toda la estructura del Estado supondría menos políticos, pero mejor considerados socialmente, y unas administraciones más sencillas, sólo para cumplir los derechos de los ciudadanos. Eso generaría una sociedad más pujante y viva y liberaría recursos para dedicarlos a prestaciones educativas, sanitarias, de investigación...

¿Reducir el número de políticos serviría para atajar el problema de la corrupción?

Creo que contribuiría pero sólo en una pequeña parte. La corrupción ha debido de existir siempre, lo que pasa es que ahora, por fortuna, los poderes públicos se están movilizando y se está persiguiendo y yendo la gente a la cárcel. Es el momento en el que está tomando cartas en el asunto toda la sociedad y todos los poderes públicos, pero la corrupción sólo se soluciona con una buena educación cívica y un buen comportamiento social y en el ámbito político, empresarial o en cualquier ámbito social sólo se soluciona con una mayor formación en valores cívicos y una conciencia social. Una ley o una reforma de la Constitución no puede solventar un problema que nace del corazón de determinadas personas.

¿Cómo se podría abordar la reforma de la Constitución en lo que atañe a la Corona?

Creo que la Corona está perfectamente racionalizada, sujeta a democracia, que funciona muy bien y prueba de ello es la excepcional forma en la que se produjo la abdicación, pero probablemente haga falta solucionar algunas cuestiones formales para que las nuevas generaciones de votantes, que no vivieron la Constitución, entiendan plenamente que vivimos en una república, es decir, un sitio donde los reyes no tienen poder y son sólo símbolos. Hay algunos ajustes que hay que hacer para que aquellos que atacan a la Corona diciendo que es una institución antidemocrática, que lógicamente se equivocan, porque no tiene nada que ver con eso, y vean desmontados sus argumentos y entiendan que es una magistratura simbólica, pero que contribuye al correcto desarrollo de los fines del Estado.

 

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