con vara de mandar por azar y fortuna

N. S.
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Los nuevos alcaldes del pueblo llano y la nobleza se comprometen a engrandecer «más si cabe» la fiesta en torno a su pasado medieval

Damas, caballeros, arqueros, señores feudales y plebeyos, gentes del medievo. Todos estaban llamados ayer a asistir a la celebración más solemne de Manzanares, que estos días retrocede ocho siglos para volver a ser la Encomienda de Calatrava. La plaza de la Constitución era un hervidero de gente para participar en la elección de los alcaldes y regidores medievales. Cerca del escenario, decenas de personas ataviadas con ropajes de la época paseaban, charlaban y hablaban de lo que estaba a punto de pasar. En breve se conocería el nombre de las personas que durante el próximo año resolverán los conflictos vecinales.

A las 13.15 horas, la comitiva de autoridades y aspirantes a ser alcaldes del medievo hacía entrada en la plaza. Olía a comida, a carne recién hecha, había música de la época y decoración para recrear una época ya pasada, ambiente festivo y solemnidad en el colofón de las VII Jornadas Manzanares Medieval que llegaron a su punto y final con una comida popular. 

La historia de Manzanares se cuenta ya en ocho siglos, un territorio estratégico para la Orden de Calatrava que decidió nombrarlo encomienda y allí construir una fortaleza, el castillo de Pilas Bonas, que hoy es uno de los reclamos turísticos de la localidad. Alrededor de las fiestas de San Miguel se hacía la elección de los alcaldes. Los habitantes de la villa se reunían y elegían a cuatro aspirantes de los que salían los dos alcaldes, uno de los plebeyos y otro de los nobles, tal y como se vuelve a recrear en la actualidad.

La historia cuenta que el comendador intentó quitarle este poder al pueblo, que se reveló contra esta decisión. Los habitantes de la encomienda no aceptaron y pleitearon hasta lograr una sentencia en 1509 por la que se devolvió el derecho al pueblo de elegir a las personas que resolverían sus conflictos. 

Esa conquista ciudadana en época medieval es la que celebra desde hace siete años Manzanares con unas jornadas en la que el pueblo se vuelca cada año más.

con vara de mando. El comendador de la Encomienda de Calatrava subía al escenario con el resto de las autoridades y los alcaldes y regidores salientes para proceder a entregar la vara de mando a los nuevos mandatarios de la noble villa. La primera elección fue la del alcalde y regidor del pueblo entre los dos aspirantes que eligen los colectivos y asociaciones de Manzanares. Después, tocaba el turno de los mandatarios nobles.

Tras la elección por extracción de números por parte de una mano inocente, el elegido alcalde de los pecheros, representantes del pueblo llano, fue Vicente Alfonso Martínez y por descarte, Gabriel Marqués el regidor. Por su parte, el alcalde que impartirá justicia durante los próximos doce meses en el lado de los hidalgos (nobles) será José Miguel Martín y Tomás Acosta el regidor. 

Sonrientes y con sus bastones de mando en la mano agradecieron «el honor» que supone acceder a tan insigne cargo en la villa, ante el aplauso de los vecinos. «El azar y la fortuna ha querido que me convierta en alcalde de los nobles, un honor y responsabilidad, por eso intentaré mediar en los conflictos de mi pueblo igual de bien que los han hecho mis antecesores», destacó José Miguel Martín, que al igual que el resto de elegidos agradeció que hace siete años «comenzará a andar esta bonita locura medieval». Un acontecimiento que todos se comprometieron a engrandecer. Una vez realizada la elección y la entrega de la vara de mando por parte del comendador de la Encomienda de Calatrava, mujeres y hombres se reunieron en la plaza a bailar danzas medievales. 

La fiesta popular empieza a arraigar un sentimiento en los habitantes de la villa, que cada año se implican más en su desarrollo, en engalanar las calles, en hacer que los actos y los ropajes sean fieles a una etapa de su historia que durante un fin de semana al año se vive intensamente y se degusta.