Madrid, capital

DIEGO IZCO
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Real Madrid y Atlético, en eliminatorias antagónicas, reeditarán en Milán la final de hace dos temporadas

Primero fue Lisboa y ahora será Milán, pero la capital del fútbol europeo volverá a ser Madrid: Atlético y Real disputarán el próximo 28 de mayo el ‘partido de partidos’.

BAYERN-AT. MADRID. Cuando el otro es mejor, o mucho mejor, lo único que te queda es resistir. El ejercicio de supervivencia que ejecutó el Atlético en el Allianz Arena fue de época. Enfrente, un Bayern pletórico, que convirtió cada segundo del duelo en un navajazo a la yugular. Con un Xabi Alonso majestuoso dirigiendo el ritmo del choque, el cuadro de Guardiola percutió tantas veces como pudo: hasta 34 disparos sobre la portería del Atlético. Y como un púgil con mentón de cemento, el equipo madrileño metió piernas, cabezas y, sobre todo, guantes, los de un Oblak inconmensurable, para detener una y otra vez los intentos de remontada alemanes tras el 1-0 de la ida. Nada que achacar a vencedores y vencidos: la semifinal en su conjunto fue una película trepidante al borde de la asfixia. El ritmo lo marcaron los alemanes, y la insumisión fue ‘colchonera’. El golazo de Saúl en la ida y el de Griezmann (al borde del fuera de juego... o sin borde) fueron las guindas de una eliminatoria en la que el Atlético -con buena dosis de fortuna- demostró por qué es el equipo menos goleado del continente: incluso con la bota en el cuello, sigue respirando.

 

R.MADRID-MAN. CITY. Como si todo el crédito energético de semifinales se hubiese agotado el martes, de nuevo apareció el sopor entre los gigantes español e inglés. El tedioso 0-0 de la ida marcó el camino: miedo a encajar, miedo a perder, mucho miedo... sinónimo de poco fútbol. De la electricidad del Allianz a la calma chicha del Bernabéu, donde muchos se preguntaron qué extraños conjuros utilizó el City para plantarse en semifinales: un equipo achicado, incapaz de hacer honor al ‘plantillón’ que posee o a la idea de fútbol que predica Pellegrini (el hombre con la mirada de eterno perdedor). El Real Madrid, que se sabía favorito, también apareció vulnerable. Se encontró con un ‘churro’ de gol y guardó la ropa. Encajar no era una opción, y si para eso Modric -otra vez un manijero espectacular- tenía que meter el partido en hielo, no había otra consigna. El bloque ‘merengue’ se ha permitido alcanzar la final sin meter marchas largas. Los rivales (excepto la ida de cuartos) se le han rendido sin pelea.