España llora a la duquesa

AGENCIAS
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Cayetana Fitz-James Stuart fallece a los 88 años en su casa del Palacio de las Dueñas rodeada de toda su familia

La Duquesa de Alba, unión de nobleza y rebeldía - Foto: EUROPAPRESS

Tras casi nueve décadas de una vida intensa y luchadora, la XVIII duquesa de Alba, XI duquesa de Berwick y 14 veces Grande de España, Cayetana Fitz-James Stuart y Silva murió ayer en su residencia sevillana del Palacio de las Dueñas a los 88 años.

Con más títulos nobiliarios que cualquier otro aristócrata de su tiempo, entre los que figuran 20 condados, 18 marquesados, cinco ducados y 14 menciones con Grandeza de España, Cayetana se convirtió en un referente social desde su nacimiento.

La duquesa falleció tras pasar sus últimos momentos rodeada de su actual marido, Alfonso Díez, de sus seis hijos (Carlos, Alfonso, Jacobo, quien llegó con su mujer Inka Martí, Fernando, Cayetano y Eugenia), además de sus nietos (Jacobo, Fernando y Cayetana, hija de Francisco Rivera y Eugenia Martínez de Irujo) y amigos, que fueron llegando a la mansión hispalense, donde se encontraba desde que fuera trasladada «por expreso deseo de la paciente y de sus familiares» desde el Hospital Quirón Sagrado Corazón de Sevilla.

La salud de Doña Cayetana se fue deteriorando desde el jueves de la semana pasada debido a una infección pulmonar. La Duquesa fue ingresada el pasado domingo en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en situación de insuficiencia respiratoria y neumonía, asociada con arritmia cardíaca y repercusión hemodinámica. «La vida da de la duquesa de Alba se va apagando poco a poco», aseguraban el pasado miércoles los familiares que se acercaron al palacio de las Dueñas, donde la aristócrata fue trasladada.

Una vez en Dueñas y hasta su fallecimiento, Cayetana Fitz-James recibió atención médica por parte del equipo de profesionales que la ha atendido durante su permanencia en el hospital, así como por los doctores que venían atendiéndola hasta su ingreso.

Capilla ardiente.

El cadáver de la noble fue trasladado posteriormente desde el palacio de las Dueñas hasta el Ayuntamiento. Durante el recorrido por el centro de Sevilla, el coche fúnebre estuvo acompañado por su viudo, hijos y nietos. En la plaza del Consistorio, el cortejo fue recibido por centenares de personas, que rompieron en un sonoro aplauso.

El féretro, sobre el que fue colocado el escudo de la casa de Alba, fue introducido en el Ayuntamiento por los nietos y familiares de la Duquesa.

Una vez en la Casa Consistorial fue colocado en el Salón Colón, en la primera planta, el más importante del Ayuntamiento sevillano.

Descansó, además, bajo dos lienzos que mostraban las tallas de la Hermandad de los Gitanos, a la que la Duquesa profesaba una intensa devoción y a la que pertenecía. Los priostes de la cofradía, además, instalaron en torno al ataúd los hachones rematados con cirios usados normalmente durante los cultos de esta congregación.

A ambos lados del féretro, y en respetuoso silencio, los familiares y allegados velaron el cadáver, al igual que los numerosos ciudadanos que se acercaron hasta el Ayuntamiento para dar su último adiós a Doña Cayetana.

En apenas cinco horas, más de 10.000 ciudadanos habían pasado por la capilla ardiente instalada en el Consistorio, según informaron fuentes municipales.

El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, afirmó que el velatorio estará abierto «sin hora, mientras haya sevillanos que quieran despedirse de ella o la familia lo determine».

Incinerada.

Mientras, el funeral se celebrará hoy al mediodía en la Catedral de Sevilla, concretamente en el Altar del Jubileo, presidido por el cardenal Carlos Amigo Vallejo, según confirmó el Cabildo Catedral de Sevilla.

Una vez que el cadáver de la Duquesa sea incinerado, parte de sus cenizas serán depositadas bajo el Cristo de los Gitanos, en el altar mayor de la capilla de esta Hermandad de Sevilla, de la que era muy fervorosa, y cuyo templo, cercano al Palacio de las Dueñas, fue financiado por la propia fallecida.

La otra parte serán ubicadas en el panteón que la familia Alba tiene en el cementerio de Loeches, en Madrid.

El cardenal arzobispo emérito de Sevilla, monseñor Carlos Amigo Vallejo, destacó la «dignidad» y la «generosidad discreta» de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva y ensalzó que «supo perdonar las críticas aunque le dolieran».

Amigo Vallejo, unido a la duquesa por una amistad de hace muchos años que se fraguó a través de su segundo esposo, el exjesuita Jesús Aguirre, indicó que ha tratado con Cayetana en diversas ocasiones, tanto en «momentos solemnes y de grandes acontecimientos como en almuerzos íntimos» y que en todos ellos ha mostrado una «gran dignidad y nobleza».

 Monseñor adelantó que en la homilía de la misa que oficiará por la duquesa destacará su gran «generosidad» y cómo hacía esa labor «de forma discreta, sin presumir de ello. Ayudaba en la restauración de una iglesia, a familias en dificultades o apoyando a instituciones y congregaciones en los cuidados de enfermos», recordó.

Por su parte, la Infanta Doña Elena será la encargada de asistir al funeral de la aristócrata Doña Cayetana en representación del Rey Felipe VI, según anunció el Palacio de la Zarzuela.

Aunque la hermana del Monarca no forma parte de la actual Familia Real, Don Felipe decidió al poco de llegar al trono que encomendaría a su hermana actividades puntuales en representación de la Corona.