Por un mundo más justo

Pilar Muñoz
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La Iglesia Católica alza su voz en defensa de los derechos laborales y salariales de los trabajadores en la festividad de San José Obrero

El 1 de Mayo es el Día del Trabajo y también la festividad de San José Obrero, una celebración que la Iglesia Católica aprovecha para unir su voz a la de las organizaciones de todo el mundo que reclaman respeto por los derechos laborales y salariales de los trabajadores.

Unos derechos que se deterioran a pasos agigantados porque el modelo económico dominante gravita sobre el interés económico y no sobre la persona, como denuncia la Iglesia y recuerda el delegado diocesano de la Pastoral Obrera, Salvador Guerrero, quien  señala que el Primero de Mayo cobra más  sentido porque la situación socio-económica no termina de mejorar para muchas familias. Por eso se hace más evidente la denuncia y la lucha en defensa de los más empobrecidos. «Todos somos hijos de Dios y estamos llamados a la plenitud y a la felicidad», pero muchas veces «las condiciones de trabajo lo impide».

En este sentido, Guerrero  González afirma que «las condiciones de trabajo se están deteriorando enormemente» y provincias como Ciudad Real sufren especialmente el desempleo con tasas de hasta el 29%, ocho puntos por encima de la media nacional.

A esto hay que sumarle que tener un empleo ya no es garantía de una vida digna y cada vez hay más «trabajadores pobres», personas que tienen un puesto de trabajo pero con un sueldo tan escaso que apenas pueden cubrir sus necesidades básicas.

Todo esto ha hecho que hayan aumentado las personas que reclaman la ayuda de Cáritas. Ya no pertenecen a grupos con graves dificultades económicas o de integración social. «Ahora acude gente que tenía su trabajo, más o menos estable, que de pronto se han visto en el paro, con dificultad para pagar la hipoteca, ven como su vida se ha sido al garete por la crisis», explica Salvador Guerrero.

Para intentar paliar estas situaciones, la Iglesia dispone del fondo diocesano para el empleo y de microcréditos que se conceden a iniciativas de emprendedores que no pueden recurrir a los medios de financiación normal. El delegado diocesano de Pastoral Obrera sabe que no solucionan el problema del paro, «pero es un gesto de comunión de la Iglesia con los más empobrecidos y con aquellos que también quieren salir de esa  situación con el autoempleo».

Derechos sobre papel.  Salvador Guerrero recuerda que desde la Iglesia se pide que se preserve el  derecho al trabajo y los derechos de los trabajadores, entre los que está que perciban un salario que permita vivir dignamente y el derecho a disfrutar de un ambiente de trabajo saludable.

Sabe que no es así, que muchas veces los derechos de los trabajadores están sobre el papel, en los contratos, en el Estatuto de los Trabajadores o en los convenios colectivos, pero no en la práctica.

 «Mucha gente se ve forzada a trabajar con salarios muy bajos o con contratos a tiempo parcial que en realidad son a tiempo completo, cuando no las dos cosas». Estas razones son las que hacen que la Iglesia alce su voz el Primero de Mayo, en la festividad de San José Obrero junto a la de las organizaciones sindicales para subrayar la importancia del empleo en el desarrollo de una vida plena y para que puedan llevarlo a cabo en condiciones dignas.

En este sentido, recuerda que el pasado 28 se conmemoró el día  de Seguridad y la Salud en el Trabajo y a los más de seiscientos muertos en accidente laboral y las quince personas que mueren al día por enfermedades profesionales, según se puso de manifiesto con motivo de ese día.

El delegado diocesano de la Pastoral Obrera también destaca que la fe de los cristianos también «nos impulsa a construir un mundo mejor, más justo, más fraternal». De ahí que considere que hay que tomar conciencia en defensa del trabajador y empobrecido.