Una devoción fuerte de 55 años

D.F.
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Josefa González, una de las asistentes a la Caravana Blanca, recuerda su llegada a Ciudad Real el mismo año en que el sacerdote José Ballesteros inició lo que hoy es una tradición

Josefa González recuerda que llegó a Ciudad Real desde León hace 55 años, justo cuando el sacerdote José Ballesteros inició lo que hoy es tradición, la Caravana Blanca, la visita de los enfermos, ancianos y discapacitados a la Virgen del Prado en vísperas de sus días mayores.

Josefa asiste a la misa en compañía de su esposo y su hijo y sentada en una silla de ruedas en la que lleva desde el pasado mes de diciembre, por una caída con rotura de cadera, aunque en este momento, lo que le retiene en ella es la consecuencia de tres operaciones en la rodilla izquierda.

En una conversación con La Tribuna, la paciente señala que en el pasado «no he venido mucho por razón de mi trabajo», pero al mismo tiempo, desde que se jubiló su intención es «venir todos los años», puesto que se confiesa como una gran devota de la Virgen del Prado.

En cualquier caso, Josefa González aprecia que la afluencia a este acto es ahora menor. «Se nota que hay crisis de fe, cuando yo venía antes aquí es que no se entraba». También tiene palabras de recuerdo para el fallecido José Ballesteros, a quien conoció «en el hospital viejo cuando iba a ver mi madre».

Josefa González fue una más de las más de 700 personas que ayer se dieron cita en la catedral de Santa María del Prado para realizar su ofrenda ante la Virgen del Prado, llegados de las residencias de mayores y de los hospitales; así como de otras localidades de la provincia. A ellos se dirigió el obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar, a quienes recordó la necesidad de mantener la esperanza y la confianza en Dios, en un momento en el que las personas se sienten especialmente vulnerables.

El titular de la diócesis también tuvo palabras de agradecimiento para las religiosas, el personal sanitario y centros de mayores, los conductores, los voluntarios de Protección Civil y de la Hospitalidad de Lourdes que hacen posible este evento y les recordó que su trabajo ayuda a los enfermos a conservar dicha esperanza. Por otro lado, Melgar instó a los fieles a «ser buenos samaritanos los unos para con los otros».

Manuel López Francia, en su calidad de discípulo del iniciador de esta costumbre, señaló que para poner en marcha la Caravana Blanca «hay que mover mucha ilusión, los ánimos de las personas y de algunas entidades», así recordó que AISA «nos presta dos autobuses», que se suman a las ambulancias de Amaur y Protección Civil, además de los medios de las residencias y seis coches del Club de Vehículos Históricos que trasladaron al pandorgo, la dulcinea y sus damas.