En el último sorbo

Manuel Espadas
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Un tanto 'in extremis' del pivote Juan Lumbreras clasifica al Alarcos para la segunda ronda de la Copa del Rey

El BM Alarcos sigue adelante en la Copa del Rey gracias a su victoria por 24-23 ante el Academia Octavio de Vigo, en un duelo muy igualado que se decantaba del lado manchego con un gol del pivote Juan Lumbreras en el último segundo, en una acción muy protestada por los gallegos, entrenados por Javier Fernández ‘Jabato’. Un trago copero picado y amargo en un principio, incierto después y muy dulce al final.

El conjunto de Ciudad Real accede así a la segunda ronda de la competición del ‘KO’, en la que se enfrentará al Bada Huesca de la Liga Asobal el 28 de octubre, también en el Quijote Arena y a encuentro único.

Los primeros treinta minutos de duelo no fueron nada buenos para el Alarcos. Aunque en defensa el 6-0 funcionaba con bastante regularidad, lo que facilitó una nueva exhibición entre los palos de Mario Blanco, en ataque las ideas escaseaban y costaba un mundo hacer un gol. Tanto es así que, después de un arranque de encuentro más o menos igualado y correcto por parte de ambos equipos, los locales se atascaron de un modo incomprensible en responsabilidades ofensivas, incapaces de mover y abrir la defensa, también en línea, de los vigueses.

Los minutos iban pasando y la cosa no pintaba nada bien. Los hombres de ‘Jabato’, sin grandes alardes pero sin apenas errores y con su meta Jorge García como su hombre más destacado, no desaprovecharon la ‘pájara’ de su rival para meterle una marcha más al partido y escaparse en el marcador de un modo inquietante para la grada del Quijote Arena (7-11, minuto 27). Afortunadamente, Mario Blanco sumaba y seguía atrás, manteniendo a su equipo con vida y, gracias a dos tantos de Fran Vidal y Andrés Sánchez, el chaparrón gallego escampaba algo al llegar al descanso (9-11). La eliminatoria seguía en el aire pero con media hora de antecedentes nada tranquilizadores, en la que pocos hicieron bien lo que saben hacer bien.

alternativas. En la segunda mitad el ritmo cambió, aunque no el nivel general del Alarcos. El duelo pasó de estar trabado a parecer demasiado suelto, con alternativas en el marcador y los dos equipos encadenando varios tantos consecutivos. Empezaron mejor los alarquistas , que se las prometían muy felices castigando a su rival con un parcial de 3-0 que le daba la vuelta al marcador (12-11), aunque el Octavio no se achantaba y respondía con otros tres golpes consecutivos, recuperando la iniciativa (12-14). Le tocaba mover a los locales, y lo hacían con cuatro dianas seguidas (16-14), siguiendo el guión de una segunda mitad desatada, sin demasiados patrones de juego y en la que el mejor sobre la pista seguía siendo el portero ciudadrealeño Mario Blanco (20 paradas en total), bien acompañado por un valiente Fran Vidal, pero penalizados en ataque por desaprovechar hasta tres penas máximas.

La eliminatoria entraba en su recta definitiva con todo por decidir y cierto olor a prórroga en el ambiente, aunque los vigueses volvieron a tener el partido en sus manos gracias a sus contragolpes y a un efectivo Iglesias (20-22).

Coincidiendo con los mejores minutos del central Manu Vázquez, el Alarcos volvió a forzar el empate (23-23), y con alguna que otra decisión polémica de los colegiados andaluces (desacertados durante toda la mañana), se vio con el balón en posesión a falta de 30 segundos para el final. Javier Márquez pidió tiempo muerto para ordenar la jugada que debería darle el triunfo a los suyos y, como suele pasar en estos casos, nadie cumplió con las órdenes, aunque la fortuna quiso guiñarle el ojo a los ciudadrealeños: el balón, perdido, volvía a las manos de Nelson Espino, que descerrajaba un tremendo lanzamiento que hacía temblar el larguero de la portería de Jesús Veiga. El rechace bajaba del cielo del Quijote Arena y lo capturaba, en el aire, Juan Lumbreras, que sólo tenía que introducirlo en la meta gallega. Los colegiados daban por bueno el tanto, el cronómetro descontaba su último segundo y el Alarcos y su afición estallaban de júbilo, mientras que los vigueses protestaban una posible invasión del área del pivote ciudadrealeño y lamentaban este doloroso desenlace final. Un trago de Copa amargo para unos, y muy dulce al final para otros. El Alarcos sigue vivo.