Los guardianes de la Nochevieja

M. Sierra
-

'La Tribuna' visita a algunos de los que velarán esta Nochevieja porque todo sea normal. Bomberos, sanitarios, camareros, cocineros y policías también se toman las uvas

Los guardianes de la Nochevieja - Foto: Tomás Fernández de Moya

Pepe, Santos, Alejandro, Miguel o Juan Enrique no se conocen pero tienen algo en común, que son algunos de los encargados de velar porque la normalidad reine en la última noche del año desde sus diferentes puestos de trabajo. Para ellos, la de Nochevieja, si les toca trabajar, es como cualquier otra noche del año aunque con matices navideños porque en un día como éste siempre hay tiempo para tomarse las uvas, aunque sea tarde, y siempre hay un hueco en la mesa para tomar una cena especial, aunque se pueda quedar a medias.

De tomarse las uvas a deshora y de tomar la cena fría saben mucho en el Parque de Bomberos de Ciudad Real. «Trabajamos 365 días al año, 24 horas al día», dice el jefe del parque de la capital, José Sánchez Villalón. Allí, todos tienen más que claro que la fiesta, entre comillas, de la última noche de 2018 la vivirán operativos.

«Ya estamos acostumbrados», dice Pepe Jiménez de los Galanes, a unos meses de cumplir 32 años en el cuerpo. Reconoce que tres décadas dan para trabajar muchas navidades y también para acostumbrarse a vivirlas de una forma distinta. «Al final te mentalizas. Esa noche es igual que otra con la diferencia de que cenamos algo diferente más propio de estas fechas y hasta se brinda con sidra, aunque en realidad sólo se descorcha la botella».

Los guardianes de la NocheviejaLos guardianes de la Nochevieja - Foto: Tomás Fernández de MoyaSi el cuadrante lo permite, la Navidad la pasa en familia, en Nochebuena en casa de los padres de su mujer, y en Nochevieja la fiesta se monta desde hace unos años en su casa.

Si tiene que elegir una noche, Gregorio Sanz, del mismo turno que Pepe, se quedaría con la Nochevieja para vivirla en casa, «porque es cuando la celebramos con mi familia». Pero hecho este inciso, coincide en señalar que después de tanto tiempo está más que acostumbrado al trabajo mientras los demás disfrutan. Las fiestas más difíciles fueron las primeras, «porque vienes de celebrarlas en familia», aunque prefiere decir que más que difíciles resultaron «distintas». Por lo que dicen sus compañeros, y por cómo maneja la cacerola, trabajar con él es garantía segura de cenar bien esa noche, aunque reitera que en el parque «hay más de un cocinillas» y eso que «los hay muy exquisitos», bromea Villalón.

Cena y uvas están aseguradas en el parque en la última noche del año, aunque menos seguro es la hora a la que se podrán tomar, porque las nocheviejas suelen venir acompañadas de varias salidas. «Es raro que no las tengamos», apunta Villalón. Aunque reconoce que «no tantas» como tenían cuando trabajaban con emergencias. A día de hoy, lo habitual es atender un incendio, contenedores quemados o algún accidente «sobre todo estos días de niebla». Si la alarma suena tocará posponer la celebración que se retomará a la vuelta. El responsable del parque recuerda, de hecho, «una Nochevieja de hace unos seis años en los que tuvieron que salir por ‘un rojo uno’, que es el incendio de una vivienda, a las 00.05 horas, recién cenados».

Los guardianes de la NocheviejaLos guardianes de la Nochevieja - Foto: Tomás Fernández de MoyaEn el Hospital. En la otra punta de la capital, Santos Evaristo Astilleros también estará de guardia. Enfermero del Hospital General Universitario de Ciudad Real desde 1994, lleva más de una Nochevieja a la espalda. Forma parte de su trabajo, puesto que está en el turno de noche «desde que la crisis llevó a la institución a reorganizar trabajos». Sin conocer a Pepe ni a Gregorio coincide con ellos en que trabajar en Nochevieja no es ningún trauma. Tal vez «te afecta más las primeras veces» pero ahora estás más que acostumbrado. «Terminas adaptándote». Si no le hubiera tocado, habría cenado con su hija, pero con el cuadrante cerrado tenía claro desde comienzos del pasado año que le tocaría despedir el año con su otra familia, sus compañeros.

En el hospital, dice, son los matices los que hacen diferente este día. El primero, que cena allí. «Por lo general cenas en casa antes de empezar el turno, pero esa noche, lo hago con mis compañeros». Al trabajar solo en su turno, se junta con sanitarios de otros departamentos que también trabajan esa noche, casi siempre con los de admisión de Urgencias. Explica que la Navidad se celebra a base de aportaciones personales. Ese es su caso y el de su particular fiesta de Nochevieja de la que forman parte otros 15 sanitarios. El resultado final, por lo general, una cena en la que no faltan los clásicos, entre ellos las uvas, que casi siempre se toman a su hora. «Hay servicios como el de paritorios o quirófanos que no saben si se van a poder tomar las uvas o no, pero si no hay urgencias lo normal es que nos las tomemos y después sigamos con el trabajo. Es un minuto».

En el hospital los protagonistas son los pacientes, por eso más allá de las cenas especiales, lo que hace diferente estos días es que el equipo humano del hospital «se afana en decorarlo todo y hacer que la gente que está ingresada sienta ese espíritu navideño», y es justo ahí donde se encuentra el otro matiz que habla del espíritu navideño en este centro, donde esos días es más importante que nunca «una sonrisa».

Los guardianes de la NocheviejaLos guardianes de la Nochevieja - Foto: Tomás Fernández de MoyaEn el hotel. La noche comenzará a las ocho de la mañana de este 31 de diciembre para Francisco León Madrid. Así han sido los últimos doce años, el tiempo que lleva trabajando en el Hotel Santa Cecilia, uno de los que sirven cena de Nochevieja en la ciudad. El 31, este cocinero, trabaja todo el día «para garantizar que todo esté al gusto de los comensales y que estos estén tomando el café y con las uvas en la mesa a las 23.30 horas». Este año prepararán menú para 200 invitados. Aunque puede sonar excesiva, para lo bueno de empezar a trabajar tan pronto es que a la hora de las uvas puede estar en casa, con los suyos.

Para cuando el cocinero se marche del hotel, a Juan Enrique García Bastante le quedarán horas de trabajo en sala. La suya también es una jornada larga entre el servicio de comidas y la cena de fin de año. A diferencia de Francisco, para este camarero estas jornadas en días tan señalados son algo nuevo. Hoy cumple su tercera despedida del año trabajando y aún le resulta «un poco complicado, pero es lo que toca», sentencia, para reconocer después que siempre intenta disfrutar del 31 de diciembre en la medida de lo posible. Lo dice por momentos como el de las uvas, en el que los camareros se convierten en parte de la celebración. «Cuando suenan las campanadas, como todo el mundo ya tiene sus uvas y su cava o su sidra, nosotros hacemos un pequeño parón para despedir el año». Después cenan. «El orden de los factores no altera el producto», bromea, aunque todavía no sabe qué cenarán «lo que nos haya preparado el cocinero o lo que se pille».

En este parón, el de las uvas, también es normal que participe el responsable de recepción de esa noche, explica el director del hotel, Pedro Bellón, para quien es «más llevadera ésta frente a la de Nochebuena», sencillamente, porque se nota el ambiente de fiesta y hay gente entrando y saliendo del hotel toda la noche.

En comisaría. ‘Movidita’ es sin duda la Nochevieja en la Comisaria de la Policía Local de Ciudad Real, en la que siempre hay tiempo para tomarse las uvas, sea a la hora que sea. Eso depende de cómo esté la noche «porque ha habido veces que una parte del turno ha tenido que dejarse la cena a medias para atender un aviso y hasta varias horas después no ha podido retomar la cena» y noches «en las que primero nos hemos comido las uvas y después nos hemos comido la cena, aunque estuviera fría», recuerda el subinspector Miguel Rincón, uno los 15 policías que esta Nochevieja está de guardia.

Por lo que cuenta Rincón, en base a su experiencia, si por algo destaca la Nochevieja en esta ciudad es porque todos los años «suele ser igual». Las primeras horas, la mayoría de los avisos son por coches mal aparcados. «La gente nos llama porque no pueden sacar su coche del garaje y llegan tarde a la cena». Después, el grueso de la actividad se centra en comprobar que se cumple la normativa en los locales, en cuanto al aforo y a la presencia de menores. Y a partir de aquí, lo normal es recibir llamadas por exceso de ruido o atender algún conato de pelea. De ahí que si esa noche hay tres coches patrullando, los tres estén en el mismo sitio, en el Torreón.

La noche es ajetreada y larga porque ese día el turno comienza antes. «El cambio se hace cada noche a eso de las 22.30 horas, pero ese día intentamos entrar todos antes, sobre las 21.30 horas, para que al menos uno de los dos turnos cene en casa». Hecho este ajuste, lo bueno es que al menos esa noche no tienen que preocuparse de la cena ya que el Ayuntamiento proporciona un catering, unos años con pescado y otros con carne asada.

Veterano en pasar estas celebraciones fuera de casa, Rincón reconoce que «uno echa de menos a la familia por mucho que estés acostumbrando». De hecho, reconoce que le resultaba más fácil este turno hace unos años. «Eres joven, llegas con muchas ganas y no te importa trabajar una Nochevieja, pero a medida que pasa el tiempo y tienes tu propia familia, se hace un poco más complicado, los echas de menos, aunque estás con tu otra familia». Tal vez por eso, cada año, llegada esta noche, y si no hay avisos urgentes, los agentes de patrulla tienen unos minutos para acercarse a su casa a felicitar el año a su familia. Una vez que termina el turno, tiene claro qué manda en la agenda: pasar la tarde con los niños.