La escritora cordobesa Carmen Panadero volvió ayer al convento de La Merced, donde antaño realizó sus estudios de Preuniversitario, cuando el edificio era la sede del Instituto Santa María de Alarcos. Su retorno a  la vieja casa de los mercedarios se produjo para dar a conocer su última novela, La estirpe del arrabal, en cuya presentación le acompañaba el cronista oficial de Ciudad Real y exdirector de La Tribuna, Manuel López Camarena.

En declaraciones previas, reconoció que las presentaciones «son más difíciles que estar trabajando», pero aun así estuvo plenamente a disposición de quienes acudieron a La Merced para dedicarles sus obras. A pesar de ello, consideró este tipo de encuentros como «una ocasión de conocer lo que opina la gente de los libros que escribo».

Panadero aconseja a los lectores que «cada novela hay que prepararse para leerla con la mente limpia de otras lecturas o referencias, que lo que leamos nos llegué como si fuera la primera vez». En este sentido, la obra que ayer se presentó ponía muy fácil esta actitud, puesto que se refiere a unos hechos totalmente desconocidos en España y que la autora tuvo que rastrear y traducir en documentos de otros países.

En esta misma línea, López Camarena recordó a La Tribuna que La estirpe del Arrabal «descubre una historia de unos exiliados cordobeses, cristianos y musulmanes expulsados de su ciudad natal, que se van en una peregrinación de diez o doce mil kilómetros -tantos como la larga marcha de Mao, se van al Norte de África, pasan a Alejandría y luego fundan un emirato, llamémosle cordobés, que dura 150 años, algo totalmente desconocido hasta para gente interesada por la historia», hasta que Carmen Panadero lo hizo aflorar.