Donde nacen los sueños

M. Sierra
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Gerardo, Pablo, Jesús, Pere, Ingrid, Gina, Susana, Indira, Diego, Guillermo, Sonia, Blanca, Irene, Verónica y Carolina compartieron anoche un sueño, el de volver a subirse al escenario del Teatro Municipal en la tarde de mañana y del martes.

Eso significaría que han ganado la VII edición del Barroco Infantil, certamen que nació para mostrar las versión más familiar de los textos clásicos. Llegados de Madrid, de Castilla y León, Cataluña, Ecuador y México, todos tienen claro que «es un lujo» presentar su espectáculo en Almagro y ser uno de los seis finalistas de un certamen al que concurrieron este año 55 propuestas diferentes.

Maní-Obras. Los componentes de Maní-Obras fueron los encargados de abrir el certamen, con lo que conlleva, aunque una vez que estuvieron sobre el escenario consiguieron templar sus nervios y poner en marcha este proyecto que habla de jóvenes enamorados del teatro que tienen claro que quieren dedicarse a esto. Pasión no les falta y formación tampoco. Ellos se conocieron de hecho en un taller de teatro, del que salió la idea de hacer un montaje y, después, el nombre de la compañía, Maní-Obras, en homenaje al bar en el que se quedaban a tomar algo después del taller teatral. «Allí lo que no faltaba nunca eran cacahuetes, pero como el nombre era demasiado largo, al final optamos por maní», dice Gerardo Lagüens uno de los cinco actores que se suben al escenario. Junto a él, Jesús Briones (que firma el texto), Olga Díaz, Irene Maquieira, Verónica Morejon y Julio Prego, todos ellos, dirigidos por José Francisco Ramos.

Lo de elegir Almagro para su estreno no fue casualidad, es más, es la historia de un sueño cumplido. «Habíamos oído hablar del Festival y el año pasado estuvimos aquí y nos enganchó tanto que no nos queríamos volver» dice Olga, quien reconoce que fue entonces cuando soñaron que «el año siguiente había que volver pero actuar». Y encontraron la puerta por la que entrar, el Barroco Infantil. Ganen o no, estar en el Festival ya suma puntos en su currículum a estos actores que se ven obligados a pluriemplearse para vivir de lo que les gusta, la escena. Sobre el escenario pusieron pasión.

Salatium teatro. Los imperios de la luna es el montaje con el que Saltatium Teatro llega a su primera década de vida, a pesar de las dificultades que la gente del teatro encuentra para vivir de esto. Sobre el escenario, Sonia Zubiaga, especialista en títeres; Carolina Calema, del mundo de la máscara; y Blanca Amelia Izquierdo, procedente del teatro gestual. Al frente de ellas, Sergio Artero, creador de esta formación de teatro de Castilla y León, que tenía claro que quería estrenar este texto en Almagro, porque este título de Cirano de Bergerac «creemos que no se había presentado nunca sobre un escenario, por eso este festival era el lugar ideal para hacerlo», una muestra, de la que reconoció y valoró su capacidad para arriesgarse, no apostando solo por las grandes compañías, «abriendo también la puerta a nuevas formaciones y nuevas formas de ver los clásicos».

Visual y con varios guiños al mundo del clown, destaca por su cariz caricaturesco.

El retablo. El certamen de Barro Infantil no entiende de edad. Pablo Vergne, de El Retablo, lleva más de 32 años sobre los escenarios y ésta es su primera vez en Almagro «como compañía», ya que como espectador asegura que conocía el festival, por eso le hace «tanta ilusión» estar aquí como uno de los finalistas del Barroco Infantil. Para él, estar en el festival, con esta versión del Quijote con marionetas, «es un sueño». Este argentino de nacimiento, pero madrileño de adopción, lleva años trabajando con niños con los que se siente «a gusto». Precisamente por eso, tiene claro que «a la hora de montar algo para niños hay que ser muy cuidadoso». Vergner lleva años viviendo de esto «como se puede», «sin vacaciones y llevando varios proyectos a la misma vez». Junto con Pablo, en este proyecto están Guillermo Gil y Esteban Pico, en calidad de manipuladores y actores. Se les nota la experiencia sobre las tablas, hasta el punto de convertir a sus marionetas en personajes casi de carne y hueso.

Festuc-teatre. Desde Lérida llegaba el jueves, Festuc-Teatre con La ratita presumida, pero una ratita muy singular porque a esta compañía le gusta «coger un cuento clásico y darle la vuelta para que los niños vean otras opciones», explica Pere Pàmpols Farré, uno de los 15 componentes de esta agrupación catalana que lleva precisamente 15 años contado historias con sus marionetas de mesa. Esa apuesta por salirse ligeramente del texto es la razón de que la ratita que llegó la pasada semana a Almagro no necesitara a un hombre para salvarse. Y es que el tema del género, en su opinión, debe formar parte del lenguaje infantil desde siempre. Junto con Pere, sobre el escenario del Municipal estuvo Ingrid Ingrid Teixidó Domínguez. Los dos estudiaron para ser actores, pero una vez que se acercaron el tema de los títeres quedaron enganchados y eso les ha permitido, a pesar de los tiempos que corren, vivir del teatro. Más de 180 bolos al años y una decena de espectáculos de repertorio confirman su experiencia con marionetas sobre el escenario y con el público infantil. Eso fue lo que les llevó a probar suerte en Almagro este año. «Estar en un festival como éste ya es todo un lujo y que te hayan elegido como finalista todo un reconocimiento. Si ganamos, será maravilloso volver a actuar en Almagro», dice. Si no, tiene claro que esta actuación al menos sirva para darles a conocer en esta región. En el Municipal consiguieron atraer la atención de los más pequeños, con una pieza especialmente elegante.

Compañía Antrópolis. Llegan desde Ecuador y lo hacen con años de historia a las espaldas. «Nacimos en 2012», aclara Santiago Javier Campos, uno de los componentes de esta formación, que no es nueva trabajando con el público infantil. Su primer montaje para niños fue Una ciudad llamada olvido, que le sirvió su primer reconocimiento sobre los escenarios y el empujón necesario para no olvidarse de este público. «Para nosotros el teatro infantil es, ante todo, un compromiso porque creemos que desde los niños se pueden construir públicos con un pensamiento crítico», explica Campos, para quien los más pequeños «son capaces de reconocer qué pasa a su alrededor». Tal vez por eso, en 2014, decidieron atreverse con Hamlet, con el que se estrenaban en Almagro, en la cuarta edición del Barroco Infantil. «Fue ahí donde nos dimos cuenta de la transcendencia de esta muestra y de la importancia que en ella se le daba al teatro infantil. Por eso decidimos que había que volver». Y aunque han pasado cuatro años de aquella primera aventura, este año por fin cumplieron su promesa, una vez que contaron con un montaje adecuado, una versión de La Tempestad, de William Shakespeare, que se aleja del texto original para centrarse en otra parte de la historia, la que pone sobre el escenario «la realidad de los niños que viven en situaciones de guerra como sucede en Siria». Lo más llamativo, su escenografía.

Compañía Belacqua. Ayer, la final del Barroco Infantil se cerraba con el montaje Feroz, una versión del Caperucita roja puesto en escena por esta compañía mexicana. El montaje destacó por la intensidad de la propuesta. La compañía dejó absortos a los pequeños con su relato. Procedentes de Yucatán, Belacqua lleva en escena desde 2013, con una experiencia que se vio sobre el escenario del Municipal, que se convirtió en una ventana desde la que ver qué se está haciendo a nivel escénico en hispanoamérica.

Cuando se publique este artículo, la compañía ganadora ya conocerá el fallo que la llevará mañana y el martes de nuevo al escenario del Municipal. Para entonces, el certamen se habrá convertido ya en una grata experiencia para todas la compañías participantes.