Salud con estilo mediterráneo

Raquel Santamarta
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La XII Reunión de la Sociedad Castellano-Manchega de HTA y Riesgo Cardiovascular contó con José Abellán • En ella abogó por el consumo de vino tinto, aceite de oliva virgen y jamón

Cada vez menos españoles siguen la dieta mediterránea y, en consecuencia, no pueden beneficiarse de los efectos cardioprotectores que su ingesta implica. Se caracteriza por una alimentación con base del cereal trigo del que se obtiene harina, la oliva de la que se extrae un aceite que sirve de base grasa para preparar los alimentos que se consumen y la uva de la que se fabrica el vino tinto que se consume con la alimentación y, según el doctor José Abellán, «reduce hasta en un 60 por ciento la aparición de complicaciones cardiovasculares».

El director de la Cátedra en Riesgo Cardiovascular de la Universidad Católica de Murcia (UCAM) impartió ayer la conferencia inaugural de la XII Reunión de la Sociedad Castellano-Manchega de HTA y Riesgo Cardiovascular, que preside el nefrólogo del Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR), Javier Nieto. En la consulta que dirige ayuda anualmente a 2.000 pacientes, en su mayoría con la presión arterial elevada (por encima de 140/90 mmHg), a evitar un infarto, un ictus o una insuficiencia renal que les acabe arrojando a las tediosas sesiones de diálisis.

Bajo el título ‘El Mediterráneo en las arterias’, Abellán puso de manifiesto en el salón de actos del centro hospitalario que una alimentación adecuada, la realización de ejercicio físico y los factores de cohesión social se presentan como la mejor estrategia preventiva para poner freno a las enfermedades del sistema circulatorio.

Y es que una dieta rica en grasas saturadas e hipercalórica, junto con el sedentarismo y el hábito de fumar, juegan un papel clave en su desarrollo. «Las interacciones genéticas y ambientales son quienes las explican», incidió el experto destacando que España ocupa un lugar bajo en el contexto internacional de incidencia de infarto de miocardio. Aún así, las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de mortalidad y morbilidad en Europa.

«el zumo de la oliva». Durante su intervención, abogó por el consumo de aceite de oliva virgen que, según remarcó, «es el zumo de la oliva». «El mejor es el obtenido de la primera prensada en frío, porque no pierde sus principales propiedades saludables: la vitamina E y el betacaroteno», explicó. «Su consumo regular produce efectos beneficiosos sobre el perfil lipídico», apostilló instando a usarlo como «principal grasa de adición».

Otro de los alimentos para el corazón expuesto por el director de la Cátedra en Riesgo Cardiovascular de la UCAM fue el vino tinto, «por las acciones atribuidas a los polifenoles». «Tiene propiedades cardioprotectoras, antitrombóticas, antioxidantes, antisquémicas, vasodilatadoras y antihipertensivas», según subrayó. De este modo, abogó por un consumo diario, moderado y asociado a las comidas de vino, «el mejor vehículo del alimento y la más eficaz medicina», según Francisco de Quevedo y Villegas.

Más allá del aceite del oliva y del vino tinto, la dieta mediterránea es rica en alimentos vegetales locales, estacionales y mínimamente procesados. Su postre típico es la fruta, los lácteos se toman en cantidad baja, se come pescado, la carne consumida es fundamentalmente de ave y se toma en cantidades escasas o moderadas.

Pero, además, el consumo de jamón ibérico, «proscrito por su alta concentración en sodio», podría incidir en la disminución de la tensión arterial. En este sentido, estudios previos señalan que durante el proceso de curación del mismo se produce la liberación de péptidos bioactivos que resultan beneficiosos para el sistema cardiovascular. Además, entre los componentes de este manjar con una baja proporción de grasas saturadas e encuentra la quercitina, un flavonoide con alto poder antioxidante que el cerdo incorpora a su estructura muscular al comer bellotas.