Se trata de una reducción de horarios que tantos los empresarios como los sindicatos afirman que no afecta a la economía local y que, incluso, resulta beneficiosa debido a que permite a la hostelería aumentar sus beneficios. La tradición y la costumbre marca estos cierres extendidos que, en ocasiones, ni siquiera se anuncian por los encargados de los establecimientos comerciales