Un puñado de fieles aguardan a que se abran las puertas de la catedral para contemplar de cerca, en un acto casi íntimo a la Virgen del Prado que ayer quedó instalada con su paso en el altar mayor. El estampido de los fuegos artificiales y el repicar de las campanas marcó el momento de apertura, mientras los integrantes de la Hermandad abrían primero la puerta del templo y la reja exterior.