Un día más allá del alzheimer

HIlario L. Muñoz
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El centro de respiro Alöis celebra el día mundial de la enfermedad con un recuerdo a la investigación y a la importancia de la familia

Solo se puede conocer que una persona padece alzheimer al cien por cien cuando se le realiza la autopsia, mientras tanto, hay síntomas que muestran la enfermedad del olvido y que hablan de una demencia. Por este motivo y por el crecimiento que se espera de pacientes este 21 de septiembre, día mundial del Alzheimer, está dedicado a la investigación y a la necesidad de encontrar fondos que la atajen. A esta situación se apela en el centro Alöis que hoy celebra con una comida su día, tras abrir las puertas y celebrar unas miniolimpiadas esta semana. De hecho, la Asociación de Familiares de Alzheimer, que gestiona el centro, colabora con la conferencia nacional Ceafa en una línea de investigación sobre este mal. «Están haciendo una recogida de datos con edades de las personas, el grado de deterioro y el entorno social y económico» en la búsqueda de por qué «se puede producir esa enfermedad», dijo la actual directora del centro Alöis, Inés Campillo.

Campillo explica que la residencia y el centro de día se encuentran al completo y tienen una pequeña lista de espera. En el lleno hay dos aspectos claves, por una parte, la población que cada vez es mayor y por otro los casos de jóvenes. «Aquí hay una persona de 55 años, con una demencia» que fue descubierto por «el entorno familiar» y tras acudir a su médico de familia se le diagnosticó. El caso muestra esa preocupación sanitaria por unos casos que cada vez son más jóvenes. Campillo recordó que Alöis no es una residencia para mayores sino «una residencia de cuidados y de atención sociosanitaria» en la que todos los usuarios cumplen la condición de padecer alguna demencia, no necesariamente alzheimer por la dificultad en su diagnóstico.

Un ejemplo de esas otras situaciones es la de Mari Paz Guzmán, quien lleva dos años como residente en Alöis tras un ictus. Su hermano Andrés explica que en las circunstancias que tuvo no había otra cosa mejor y llegó tras un primer tiempo de recuperación. «Yo vengo todos los días a hacerle la visita, la recuerdo, a estas horas y cuando me voy a dormir, todos los días», comenta su hermano, quien explica que en las visitas se habla de poco, «porque ella no tiene facilidad de hablar».

También en esas visitas matinales recorre el centro Fernando Naharro con su esposa. «Llevaba año y pico antes de venir aquí con algunas lagunas y olvidos y nosotros pensábamos que se trataba de cosas de la edad» pero al final tuvo un diagnóstico. «Aquí recibe un tratamiento que es el adecuado», comenta Naharro quien apunta que hay que aceptar la enfermedad «como sea y echar un poco de valor a la vida». «Aunque una persona con alzheimer se olvide de los familiares, los familiares no deben olvidarse y ahí está la clave», comenta Naharro.