"Nunca se ha suspendido una operación por falta de sangre"

Hilario L. Muñoz
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Entrevista con Matilde Santillán, presidenta de la Hermandad de Donantes de Sangre

¿Cómo se logra que una persona se convierta en donante?

Debe tener la voluntad de ser captado. Nosotros, mediante publicidad, medios de comunicación, charlas e, incluso, invitándoles a que vengan a ver nuestras instalaciones o en maratones les pedimos para que vean que una donación es algo sencillo y que salen de allí con un espíritu renovado al ver que se ha hecho un bien para salvar vidas. La sangre es muy necesaria y hay que pensar que no solo es sangre que va a hacerle falta a los demás, sino a nosotros mismos en algún momento.

¿Cuántos son en la hermandad?

Existen abiertas 76 hermandades locales en la provincia: pueblos con los que hemos hablado con gente o con donantes que querían conformarla.

¿Y personas que donan?

Hay de dos tipos: el donante activo, fidelizado y que habitualmente viene a donar una vez o dos veces al año y el que viene una vez y no vuelve más. Estos últimos han venido por la circunstancia que sea, por ejemplo, hay quien se siente comprometido a donar porque tienen en su casa a un familiar enfermo y ha necesitado de la donación y se siente con ganas. Esa cantidad de donantes que no son habituales, antes de informatizarse el sistema, iba por las 600.000 personas que, en algún momento, han pasado a donar. En habituales, al final de año, tendremos entre 18.000 y 20.000 donantes.

¿Qué se dice a una persona para que done esa media hora de vida?

Que hay mucha necesidad de sangre en los hospitales, puedes ser tú mismo el que la necesite, por un accidente de tráfico y necesitar una transfusión. Si nuestras despensas no estuvieran cubiertas porque las han rellenado los donantes, tú llegarías y no tendrías sangre. Hay que concienciar diciendo que las necesidades son grandes.

Además está el hecho de que la sangre tiene fecha de caducidad...

El glóbulo rojo dura 40 días, pero las plaquetas duran cinco días y se utilizan mucho. Aunque se pueden congelar se tienen que ir renovando constantemente y es necesario fidelizar y lograr personas habituales en la donación.

En esos más de 18.000 donantes habituales, ¿hay gente joven?

La gente joven responde maravillosamente. No quiero decir que unos sean mejores que otros, pero hay quien dice que la gente joven que va a lo loco y, sin embargo, su respuesta es maravillosa con nosotros. Son nuestro futuro, los que nos van a dar el relevo. La población se va envejeciendo y necesitamos savia nueva, sangre nueva. Cuando vamos a las Universidad, a las facultades o a los institutos, la respuesta es fabulosa. Por ejemplo, en diferentes institutos solo con gente joven, de 18 años, recién cumplidos, se ofrece una respuesta buena y lo importante para nosotros es tener esa cartera. Parte de lo bueno de esas salidas del punto de extracción es que la gente se fideliza, no toda, pero muchos vienen a donar al centro y eso es un éxito.

¿Hay diferencia entre la capital y los pueblos en la donación?

Hay diferencia, porque en los pueblos hacemos programaciones y citamos a los donantes habituales con un escrito a un día y una hora. Si vamos a un pueblo, un día, dos o tres, la gente se concentra y traemos muchísimas unidades de sangre. Lo que pasa en Ciudad Real es que tenemos el punto de donación, con horario por la mañana de lunes a viernes de 10.30 a 14 horas y tardes de 17.30 a 20 horas, menos los viernes, y al haber un horario amplio y mucha posibilidad nos hemos convertido en las personas de mañana: mañana voy, pero ese mañana no llega nunca. Ciudad Real es una población bastante grande con unas 75.000 u 80.000 habitantes y en el punto de donación tenemos solo 2.500 unidades, aunque haya gente que repite. La proporción de la gente activa y que viene a donar es bajísima. Luego es verdad que la gente responde cuando salimos a la calle porque es más cómodo.

Ahí entran en juego los maratones, por ejemplo...

En esas 2.000 unidades no cuento esas salidas en que a la gente le viene más cómodo como cuando vamos a la plaza Mayor o a la Diputación. Actos en los el donante se siente más cómodo.

En diez años de Presidencia, ¿qué ha cambiado?

Ha cambiado todo en general. Desde el año 2000 empezamos a informatizar nuestra base de datos y mejorar. Ves los ficheros e íbamos a las donaciones con grandes cajones y se ha pasado de eso a un portátil, en el que se vuelcan los datos. Ha sido un cambio brutal en el trabajo. Las cartas de las citaciones a donantes se hacían con tarjetones y una imprenta manual también y ahora basta con darle a un botón. En redes sociales también, antes recurríamos a la prensa o radio, aún seguimos haciéndolo, pero ya tenemos web, Instagram o Facebook y nos han ayudado mucho a divulgar nuestro trabajo realmente. Ahí ponemos al pueblo que vamos, al sitio y el horario y estamos muy comprometidos con poner los resultados. Pocas hermandades lo hacen, pero nosotros diariamente los ponemos, tanto si han ido bien como si han ido mal.

Pero no se trata solo de crecer al hablar de donaciones, sino de contar con las cantidades necesarias...

Cuando hacemos la programación lo hacemos semanalmente y contamos: aquí se hacen tantas y a la semana tenemos 100 unidades, 200 o 300, de manera que el cómputo general del mes sea que nuestra despensa esté llena para las necesidades. Por ejemplo, cuando hay algo importante, un accidente o un fuego, la gente viene y se vuelca y eso está bien, pero a veces no es en ese momento cuando se necesita, sino a los cinco o seis días. Nosotros no tiramos nada y cuando nuestras necesidades están cubiertas mandamos a otros hospitales de Castilla-La Mancha. Luego también se manda sangre a los hospitales de la comunidad de Madrid, a donde llevamos mucha sangre.

¿Cuál es la relación entre su organización y el Sescam?

Nosotros somos una asociación sin ánimo de lucro y dependemos en lo económico de las subvenciones que nos da el Sescam. Hacemos un programa de actividades de las necesidades que vamos a tener al año. Si extraigo poca sangre y soy una hermandad pequeña no puedo pretender que me den el oro y el moro. Igual si trabajo como una loca y esa sangre no la voy a poder utilizar es un gasto innecesario. Hay que ser consecuente con las necesidades y las extracciones que se hacen. De ello depende nuestro presupuesto. Actualmente, las relaciones con el Sescam son buenas.

¿Hablan todos los días con el centro de transfusión?

Nos llevamos estupendamente. En ese diálogo está el entendimiento entre las dos organizaciones. Al final llegamos a un consenso y los dos queremos lo mismo:tener donantes como para abastecer nuestros hospitales.

¿Qué ocurre en Ciudad Real para que no pase lo que en otros espacios, que no haya llamadas urgentes a donantes porque falta un tipo de sangre o sangre directamente?

Nuestros donantes de Ciudad Real provincia y capital son muy buenos donantes y asiduos. A no ser que surja es rarísimo que haya alguna necesidad. Por ejemplo, hubo una persona que necesitaba unidades de sangre, 40 o 50 bolsas y ahí estaban, porque aunque siempre queremos más, en realidad, hay que reconocer que nuestros donantes son fieles y nunca jamás, no ahora, en la trayectoria de la Hermandad y del Banco de sangre, nuestro hospital se ha visto obligado a suspender una operación. En mi familia se ha dado el caso de suspender una operación en Madrid porque no había sangre de ese grupo y, sin embargo, aquí no se ha hecho nunca.