"La culpabilidad de Pablo Ibar no se puede demostrar"

MARÍA ALBILLA (SPC)
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El secuestro por parte de un juez de su obra 'Fariña' fue un inesperado golpe de efecto que catapultó al periodista Nacho Carretero al éxito editorial. Ahora, se atreve con la pena de muerte como telón de fondo al afrontar la historia de Pablo Ibar

La vida del español Pablo Ibar se congeló en 1994. Arrestado en Florida por un triple crimen que siempre ha defendido que no cometió, ha estado 24 años encarcelado, 16 de ellos en el corredor de la muerte. El periodista Nacho Carretero recoge ahora su historia de lucha en En el corredor de la muerte mientras aguarda que se celebre un nuevo juicio, que arranca de 1 de octubre y que se ha convertido en su última esperanza.


Del narcotráfico de telón de fondo en Fariña, a la pena capital en En el corredor de la muerte. ¿Cómo da con la historia de Pablo Ibar?
Es un caso del que había oído hablar, pero trabajando en el diario Qué! fue cuando lo conocí. Me encargaron hablar con la mujer de Pablo Ibar y así, a priori, no me pareció un gran tema, pero después de aquella conversación con ella me di cuenta de que ahí había una historia muy muy potente llena de irregularidades y giros casi literarios que me atrajo mucho.

 

¿Ha cambiado su percepción sobre su culpabilidad o inocencia después de conocerle?
Al principio no me posicioné porque no conocía el caso. Fui cauto, pero lo que hizo que me decantara fueron las evidencias jurídicas. Un escenario sin pruebas, irregularidades, una indefensión tremenda en el primer juicio... Y todo me fue llevando a dudar hasta el punto de que creo que la culpabilidad de Pablo Ibar no se puede demostrar y eso me lleva a concluir que es inocente.
 

Según explica, su caso ha sido caótico desde la acusación hasta la investigación y la defensa.
Sí. Y eso fue lo que me atrajo. El caos y los giros que si se plantearan en una ficción sería inverosímiles. Sufrió grandes irregularidades policiales en la investigación, una falta de pruebas que al jurado le dio igual, un abogado de oficio que acabó detenido y enganchado a medicamentos mientras preparaba el juicio... y detrás está la lucha familiar para conseguir que este caso no se olvide.
24 años encarcelado, 16 de ellos en el corredor de la muerte. ¿No es un castigo muy alto si demuestra su inocencia?
Es, literalmente, la mitad de su vida. Y él tiene claro que eso no se lo va a devolver nadie y dice que se conforma con vivir lo que le resta de vida. 

 

¿La historia de los Ibar es ante todo una historia de lucha?
Ese es el mensaje. Es su lucha primero, la de un condenado que siempre ha defendido su inocencia y pelea por salvar su vida con una fuerza mental y una determinación extraordinaria. Además, cuando alguien recibe un castigo así, no solo es para él. También lo es para su familia. Tanya, su mujer; su padre, Cándido, y su hermano Michael tampoco tienen una vida normal. Llevan años al lado de Pablo intentando salvar su vida. Eso habla de una familia de gran fuerza y mucha valentía.

 

Cuenta que también tiene dos hijos...
Es un tema que paso muy por encima porque siempre lo han querido mantener en segundo plano. Esta es una historia viva y tienen mucho miedo a que cualquier cosa se pueda volver en su contra. Y yo lo respeto.
 

El 1 de octubre estará marcado a fuego en el calendario de Pablo...
Ese día arranca el juicio. Durará cuatro o cinco meses en los que Pablo se jugará, literalmente, la vida. Es lo que ha estado esperando muchísimo tiempo, un juicio justo después de media vida porque no lo tuvo en su momento. El hecho de que se repita el procedimiento implica que el Tribunal Supremo de Florida ha admitido que fue condenado con pruebas escasas y débiles y también que no tuvo una defensa eficaz. Ahora mismo todos están viviendo en un estado de tensión y miedo terrible y son muy cautelosos. Tanto que no se permiten ser optimistas. 

 

En este libro ha sido muy aséptico, muy periodístico. No lo fue tanto en Fariña, ¿cierto?
En Fariña me permití más licencias narrativas en las descripciones de lugares y ciertas circunstancias, pero es que este es un caso muy concreto de gente con la que he creado un vínculo emocional, así que no he querido inmiscuirme en la historia. Quería que los hechos y los protagonistas hablara por sí mismos y que sea el lector el que saque sus propias conclusiones.

 

¿Ha tenido para usted consecuencias el hecho de revelar lo que ha estado pasando en Galicia con el narcotráfico?
Nunca he recibido ninguna amenaza ni presiones. Es verdad que hay gente a la que no le ha gustado el libro, narcos a los que no les caigo demasiado bien... y políticos a los que no les ha gustado la historia, que eso es algo que no puedo entender... pero son así. Parece que todo les asusta. El único disgusto que me he llevado fue el secuestro, que fue una reacción incomprensible y desproporcionada.

 

Pero fue todo un golpe de efecto...
Una cosa no quita la otra. Como periodista fue muy desagradable ver que mi trabajo estaba secuestrado sin motivo, fue frustrante y me enfadó mucho, pero eso no quita que una medida así haga un ruido tremendo y las ventas se disparen.


De hecho, se convirtió en una exitosa serie. ¿ Espera lo mismo de la historia de Pablo Ibar?
La productora Bambú ha comprado los derechos y eso ya es una buena noticia, pero el proyecto aún permanece en estado embrionario.