Más de 1.600 gramos de drogas incautados en las dos cárceles

Pilar Muñoz
-

El vis a vis y los permisos penitenciarios son las vías de entrada de los estupefacientes en las prisiones de Herrera y Alcázar, más de un tercio son pastillas y el 37% hachís

Las drogas en las cárceles, consumo y trapicheo son una realidad pese a las medidas de control para evitar su entrada en las prisiones. De hecho estos controles son los que han permitido la incautación de más de 1.676 gramos de drogas en las cárceles ciudadrealeñas de Herrera de La Mancha y Alcázar de San Juan en seis años y medio.

El pico más alto de aprehensiones entre 2012 y junio de este año se registró en 2013 en Herrera de La Mancha, cuando la población reclusa superaba los 400 reclusos (actualmente está en torno a los 370). En 2013 se incautaron en este penal 604,482 gramos de sustancias estupefacientes, frente a los 38 del año anterior.

Sin embargo, a partir de 2014 los decomisos fueron cayeron de forma considerable. De 390 se pasó 238 en 2015, hasta bajar a 62 al año siguiente, para subir a 164 en 2017.

Más de un tercio de las sustancias estupefacientes intervenidas  entre 2012 y mediados de 2018 son pastillas y el 37,2 por ciento hachís.

Herrera de Mancha es la tercera prisión de Castilla-La Mancha que registra mayores incautaciones, aunque está muy lejos de las cifras de las cárceles de Ocaña I y II que se  mueven entre las 900 y las 1.300 aprehensiones.

La prisión con menor incidencia en cuanto a decomisos es Albacete, que al igual que Herrera de La Mancha y Alcázar, está bajo la jurisdicción del titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de  Castilla-La Mancha número 1, con sede en Ciudad Real.

Los vis a vis. Las vías de entrada de la droga en las cárceles de Herrera de La Mancha y Alcázar son los vis a vis y los permisos penitenciarios.  «Familiares o amigos aprovechan la comunicación vis a vis para pasar la droga al preso» o bien es el propio recluso quien la introduce en el penal tras un permiso escondida incluso dentro del cuerpo. «Si hay indicios de la comisión de este hecho, los funcionarios proceden a un cacheo», indica a este diario el juez de Vigilancia Penitenciaria de Castilla-La Mancha número 1, Antonio Moreno de la Santa, quien explica que se le tiene que comunicar que se ha hecho un cacheo integral y cuál es el resultado. Si se detecta la droga, se interviene y se envía al Instituto Nacional de Toxicología.

De su lado, la responsable de prisiones de UGT en la provincia, María José Muñoz, certifica que «en mucho casos los encargados de introducir droga en la cárcel son los familiares y amigos cuando van a visitar al preso». Ante fundadas sospechas se puede realizar un cacheo con desnudo integral «siempre y cuando el familiar acceda voluntariamente» y si se niega no podría celebrarse la comunicación.

En el caso de que se incaute droga «se da traslado a la autoridad competente para que abra diligencias por un presunto delito contra la salud pública recogido en el artículo 369 del Código penal», donde además aparece como tipo agravado. La condena oscila entre seis años y un día y nueve años en caso de que sean sustancias que supongan un grave daño a la salud (cocaína) y de tres a cuatro años y seis meses en otras sustancias (hachís, marihuana). Aparte de esta condena, está el castigo del centro: la sanción, la privación de permisos.

Del mismo modo, la responsable de prisiones de UGT en la provincia explica que en el supuesto de que haya sido introducida la droga por familiares y amigos en las visitas al recluso se le suspenden cautelarmente las comunicaciones por parte del director dando cuenta al Juez de Vigilancia Penitenciaria de Castilla-La Mancha.

Los permisos. Otra vía de entrada de la droga en las cárceles es a través de los presos aprovechando un permiso penitenciario. En este caso, se hace un cacheo que puede ser «un desnudo integral según recoge el artículo 68 apartado 2», esto es, por «motivos de seguridad concretos y específicos, cuando existan razones individuales y contrastadas que hagan pensar que el interno oculta en su cuerpo algún objeto peligroso o sustancia susceptible de causar daño a la salud o integridad física de las personas o  alterar la seguridad y convivencia ordenada del centro penitenciario», señala María José Muñoz.

Si el resultado del cacheo con desnudo integral fuese infructuoso y persistiese la sospecha, «el director del centro penitenciario podrá solicitar a la autoridad judicial competente la autorización para la aplicación de otros medios de control adecuados», es decir someterle a «rayos X» para detectar si ha introducido en su cuerpo alguna sustancia prohibida.